jueves, 4 de febrero de 2010

"APROXIMACIONES A LA CRISIS ACTUAL":INVESTIGACION DE SISTEMA ECONOMICO MUNDIAL.

Esquema de trabajo:

1. Título.
2. Índice.
3. Prólogo.
4. Metodología.
5. Trabajo.
6. Conclusión.
7. Bibliografía.


ÍNDICE:


ESQUEMA DE TRABAJO…………………………………………….2
ÍNDICE…………………………………………………………………3
PRÓLOGO……………………………………………………………...4
METODOLOGÍA DE TRABAJO……………………………………...6
INTRODUCCIÓN A LA CRISIS MUNDIAL…………………………7
BREVE ESQUEMA EVOLUTIVO DE LA CRISIS ACTUAL………11
DESARROLLO EXPLICATIVO DE LA ACTUAL CRISIS…………12
ALGUNAS BREVES PREVISIONES…………………………………17
LA TEORÍA DEL EQUILIBRIO………………………………………18
LA GLOBALIZACIÓN………………………………………………...20
MERCADO VERSUS REGULADORES………………………………21
ALGUNAS POLÍTICAS RECOMENDABLES……………………….22
INSTITUCIONES DE LA CRISIS:
Reserva Federal de los Estados Unidos de América…………….24
Banco Central Europeo………………………………………….27
Fondo Monetario Internacional………………………………….28
ANÁLISIS DE LAS CRISIS ECONÓMICAS DEL SISTEMA
CAPITALISTA EN EL SIGLO XX. TIPOLOGÍAS…………………………..32
LAS CRISIS CAPITALISTAS DESDE EL PARADIGMA
MARXISTA…………………………………………………………………….34
APROXIMACIONES A LO QUE PODRIA SUCEDER……………….36
CONCLUSIONES……………………………………………………….37
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………38









PRÓLOGO

Se maneja con bastante ligereza intelectual, de forma muy frecuente, la idea de globalización o mundialización. Se maneja también, de igual modo, como arma arrojadiza frente al contendiente político o académico Y no es un concepto simple ni de sencilla asimilación. La complejidad de los fenómenos y procesos que convergen en lo que se denomina globalización requiere abordar el análisis de este concepto desde diferentes aspectos como son los semánticos, los históricos, geográficos, políticos e ideológicos.

A la hora de elegir un trabajo para la asignatura de Sistema Económico Mundial, decidimos que ese adjetivo de Mundial de la asignatura debía aparecer en el mismo y que debería relacionarse con esos términos tan manidos actualmente como son los anteriormente citados globalización o mundialización.

La cuestión era encontrar un asunto que nos inquietase para trabajar sobre él y leer sobre él. Ya que iba a ser un trabajo que nos había de llevar varias semanas, mejor hacerlo sobre algo que despertase nuestro interés. Y como decimos, que fuese de ámbito global.

Pronto apareció el tema de la crisis mundial. Era el tema más importante y de alcance más internacional que en ese momento se nos ocurrió. Y muy actual. Además teníamos muchos interrogantes sobre el mismo y la mejor manera de intentar resolverlos era trabajar y leer sobre él. Bastantes compañeros nos han señalado lo interesante del tema, por lo que creemos que la elección no fue incorrecta.

El mundo ha vivido en el año 2008 un crac financiero sólo equiparable por su magnitud y alcance al de 1929. Nos costaba comprender cómo ha podido suceder algo así. Economistas de prestigio como Robert Lucas, premio Nobel de Economía en 1995, explicaron que la macroeconomía había surgido como respuesta a la Gran Depresión y que “a efectos prácticos, el problema principal de la depresión-prevención se ha resuelto”. Lucas afirmaba que el ciclo económico, la alternancia irregular de recesiones y expansiones que nos acompaña desde hace al menos un siglo y medio, estaba bajo control. También otros economistas como el que preside la Reserva Federal estadounidense hoy en día, Ben Bernanke, afirmaron que se había resuelto el problema del ciclo económico.

Si echamos un vistazo al mundo actual, estas palabras y posiciones tan optimistas han quedado desacreditadas. Lo que nos preguntamos es cómo después de tantas décadas de ciencia económica, cómo después de tantos sesudos pensadores economistas, cómo después de tantas experiencias de crisis económicas… el sistema capitalista siga presenciando crisis de grandísimo calibre como la de las economías asiáticas de finales del siglo XX o la crisis mundial actual.

El propio Marx señaló que las crisis eran consustanciales al sistema capitalista. Pero ¿cómo puede ser que el sistema capitalista que ha sobrevivido a tantas crisis no pueda controlarlas?
Un crac siempre viene precedido de una época de euforia irracional donde hasta los más prudentes olvidan cuál es le valor real de las cosas. El momento en que se confunde el valor con el precio es el momento previo al estallido de una crisis.
METODOLOGÍA DE TRABAJO

La metodología de trabajo que hemos empleado para la realización de este análisis se sustenta como sigue:

Una vez presentados como grupo de trabajo, en nuestra primera Reunión de Grupo debatimos sobre la temática que versaría nuestra investigación. Discutimos varias opciones acordando trabajar e investigar sobre la crisis que nos arremete.

Durante las tres sesiones siguientes de Reuniones de Grupo de Trabajo, realizamos la búsqueda intensiva de documentación en relación a nuestro objeto de trabajo, todavía difuso. Fuimos recopilando e intercambiándonos toda la información que nos suscitó de interés. Desechamos muchas cuestiones, unas por su naturaleza y otras por su grado de especificidad.

En la Reunión de Grupo posterior, radicó en la elaboración de un borrador de índice, seleccionando los epígrafes que mejor motivaban nuestras inquietudes del estudio.

En nuestra sexta Reunión de Grupo determinamos como hipótesis de trabajo “La bajada de tipos de interés como medida para reprimir la crisis”. También depuramos la definición del objeto de trabajo, denominándolo: “Analizar y explicar el origen y causas de la crisis actual”.

En las sucesivas Reuniones de Grupo intentamos desarrollar cada uno de los epígrafes concretados anteriormente intercalando entre todos los diferentes aspectos que consideramos más importantes. En esta etapa de la metodología consensuamos definitivamente los epígrafes que íbamos a redactar individualmente para luego comentarlo en grupo.

En Reuniones de Grupo fuera del aula estructuramos el esqueleto del estudio de la siguiente manera:

Título: Dispusimos el título del estudio una vez acabadas la memoria y las conclusiones.
Índice
Prólogo: Fue lo último que escribimos.
Metodología del Estudio: Establecimos el proceso de desarrollo del la investigación.
Memoria
Conclusiones: Realizamos las consideraciones más pertinentes. Fue lo más técnico.
Bibliografía


En resumen, hemos aprendido una metodología de trabajo estructurada a partir de la formación de un grupo de trabajo. Son muchos factores de coordinación, de opinión y de puesta en común los que se han puesto de manifiesto durante estas semanas. El bagaje ha sido muy positivo en cuanto a la evolución del estudio que hemos realizado. Pasamos de una situación caótica y sin ningún rigor en el posicionamiento que cada cual debía adoptar para con el grupo a un entendimiento sobre la manera de enfocar las cuestiones y aspectos aquí tratados.

INTRODUCCIÓN A LA CRISIS MUNDIAL

El mundo ha entrado en una gran crisis que recuerda al gran antecedente de la crisis de 1929. Se inició en Estados Unidos como una crisis inmobiliaria en julio de 2007, transformándose rápidamente en una crisis financiera de gran envergadura, instalada en el corazón del sistema de crédito, y luego, en los últimos meses de 2008, en una recesión que se vislumbra profunda y duradera.

La causa inmediata de esta crisis fue la alimentación de la burbuja inmobiliaria mediante el crédito barato, asentado sobre la titularización de los préstamos hipotecarios. El frágil edificio financiero que se construyó en el curso de las últimas décadas se hundió brutalmente. A los efectos de la contracción del crédito bancario, de la baja de los precios inmobiliarios y de las bancarrotas hipotecarias individuales, se agregaron en los Estados Unidos aquellas que resultan de la destrucción de los retiros de mercado financiero provocada por la caída de las bolsas.

El retroceso del mercado inmobiliario norteamericano era un acontecimiento perfectamente previsible, que anteriormente hubiera quedado circunscrito en gran medida a la economía de los Estados Unidos. Con la globalización contemporánea, ocurrió de otra manera. Hoy se está ante mecanismos de propagación de gran amplitud entre los países y entre los continentes por medio del canal de las fortísimas interconexiones nacidas de la globalización financiera y de los intercambios. A causa de la densidad de las interdependencias financieras y productivas creadas por la liberalización de las tres últimas décadas, todos los países y los continentes han sido alcanzados, uno tras otro. Fue suficiente que las inversiones se desaceleraran en China y que su tasa de crecimiento cayera del 9% al 7% para que la industria de bienes de equipo alemana fuera golpeada de lleno, así como las industrias exportadoras de productos primarios y semielaborados de América del Sur. Prácticamente todos los sectores y todas las ramas industriales en todos los países, casi sin excepciones, están en situación de capacidad excedente más o menos alta. En todos lados, las empresas no compran más insumos por la caída de sus ventas.

Despiden personal en sus países de origen y en sus filiales exteriores e incluso en un número creciente de casos, lo hacen en gran escala. El proceso acumulativo de contracciones ha adquirido un dinamismo tal que la recesión podría convertirse en depresión.

Como la teoría económica dominante descartaba una crisis del tipo de la que está en curso, los gobiernos fueron incapaces de anticiparla y se han encontrado en condiciones de total falta de preparación, que se expresa en el contenido de los planes de relanzamiento. Los planes de salvación de los bancos han sido revisados varias veces a lo largo de pocos meses, pero no parecen capaces de detener la catástrofe. Los gobiernos se ven obligados a inyectar sumas cada vez más importantes, en el intento de sostener la demanda.

Las finanzas capitalistas son la tierra fértil en que se desarrolla el “capital ficticio”. Los auges y las crisis de este capital no se derivan directamente del trabajo productor de valores mercantiles “reales”.

Sin embargo, este capital financia la contratación de trabajadores. Cuando entra en crisis, su desvalorización repercute sobre la economía “real”. Puede parecer que la intervención del Estado, mediante la inyección de créditos públicos recogidos en los mercados de obligaciones, ofrece una respuesta a la recesión. Pero esto conlleva el riesgo de agravar el déficit presupuestario y de restringir los financiamientos indispensables para la educación y la salud de los ciudadanos más desfavorecidos. La crisis en curso ilustra la importancia sobre las monedas nacionales, especialmente el lugar del dólar como patrón monetario internacional de facto. La hegemonía del dólar se ha basado en el poderío de sus instituciones financieras. Es por eso que ha parecido estar en cuestión, al menos en parte, durante el primer semestre de 2008, por causa de la deuda federal y de la crisis de solvencia de las instituciones estadounidenses especializadas en el crédito hipotecario. Los inversores diversificaron un poco, momentáneamente, su cartera de divisas. Durante algunos meses, el dólar bajó fuertemente en relación con el euro y el yen. Pero desde que la crisis financiera se agravó y que se acentuó su propagación internacional, el precio del dólar se estabilizó y luego volvió a subir. A los ojos de los inversores, los gobiernos de la Unión Europea se veían incluso como menos capaces de combatir la crisis financiera que el de los Estados Unidos.

Pronto, el hundimiento de las exportaciones japonesas a finales de 2008 rebotó sobre el yen. Pese al muy rápido crecimiento del déficit federal y a la caída de la bolsa de Wall Street, a los financieros les pareció que era preferible mantener sus reservas en dólares y comprar obligaciones públicas emitidas por el Tesoro norteamericano. Los países asiáticos con superávit comercial no dudaron en su decisión de seguir sosteniendo la moneda norteamericana.

El Reino Unido recurrió a una forma de competencia, mediante la baja de su moneda. La zona euro mostró la amplitud de su desunión y de su fragilidad.

En Asia, China parece haber optado por una política de cambio en relación con los países vecinos que no agrave sus dificultades, pero está aún muy lejos de la creación de una moneda regional. La constitución de un foro G-20 ha sido interpretado como signo de que la alternativa de cooperación monetaria internacional se impuso por ahora en el plano mundial, pero nadie puede prever qué ocurriría en caso de agravarse la crisis.

La consecuencia inmediata de la crisis reside en relación a la teoría del capital ficticio. Las bases teóricas llevan en este elemento a dar un peso muy grande sobre la interpretación de la crisis. El carácter de capital ficticio del crédito bancario y la teoría de las crisis financieras en Marx. Lo que ha ocurrido a partir de agosto de 2007 confirmó efectivamente que “la naturaleza ficticia de los títulos, que los hace invendibles en determinados momentos, el carácter especulativo del mercado bursátil y la duplicación (o más) de los créditos por causa de las transacciones interbancarias, son otros tantos factores que llevan en sí los gérmenes de las crisis del sistema de crédito”. La titularización ha llevado el desdoblamiento a niveles que los banqueros todavía consideraban imposibles hace diez años. La contracción del crédito interbancario ha sido un elemento central de la crisis financiera y lo sigue siendo. Con excepción de la referencia que hizo Marx al lugar ocupado por el oro en el sistema monetario, expuso la posibilidad de que se volviera a presentar una situación en la que “en las crisis, nos encontramos con el postulado de que todas las letras, todos los títulos y valores, todas las mercancías puedan convertirse de golpe y simultáneamente en dinero bancario y todo el dinero bancario, a su vez, en oro”. Esta situación se ha vuelto crónica a partir de agosto de 2007. Ha dado lugar a episodios que representaron otros tantos avances hacia la crisis: corrida bancaria contra el Northern Rock en noviembre de 2007, retiro masivo de activos confiados a los fondos especulativos en medio de la locura de la bancarrota de Lehman Brothers, obligándolos a vender una parte de sus acciones. Los acontecimientos ratificaron también la observación de Marx en el sentido de que uno de los objetivos de la política seguida por las autoridades monetarias en las crisis económicas es la de “asegurar la existencia fantástica y sustantiva de este valor en dinero”.

El capitalismo contemporáneo es la historia del capitalismo en general. El neoliberalismo se describe como la fase en que este modo de producción ingresó desde comienzos de los años 1980, después de las primeras experiencias de las dictaduras latinoamericanas. Este capitalismo se caracteriza por la violencia de los mecanismos que apuntan a asegurar la máxima rentabilidad del capital. Además de la apertura de las fronteras comerciales y financieras, que desarticularon los modelos de sustitución de importaciones que, después de la Segunda Guerra Mundial, habían tendido a resistir a la división del trabajo imperialista, el neoliberalismo fue el terreno de un proceso de desregulación permanente, en especial en el plano financiero. Se combinaron así la búsqueda desenfrenada de ganancia (el famoso 15% sobre los fondos propios), salarios muy elevados de los ejecutivos (incluyendo todas las bonificaciones) y las innovaciones financieras más arriesgadas. Esta trayectoria está directamente implicada en la lógica del capital y fue llevada al extremo por el capitalismo neoliberal. La importancia de los aspectos financieros de la trayectoria macroeconómica de los desequilibrios acumulativos de la economía estadounidense, el crecimiento de la deuda de las familias y el financiamiento por el resto del mundo. Es este capitalismo neoliberal bajo la hegemonía estadounidense el que ha entrado en crisis desde el momento en que se entrecruzaron estas dos tendencias insostenibles: la inherente a la búsqueda desenfrenada de la rentabilidad, especialmente en el sector financiero, y la de los desequilibrios macroeconómicos crecientes, uno de cuyos componentes era la disparada del endeudamiento de las familias, apoyado en las innovaciones financieras más peligrosas.

Es interesante ver, retrocediendo un siglo y medio, hasta qué punto el análisis de Marx conserva actualidad, particularmente en lo que hace a las relaciones entre las “finanzas” y la “economía real”, la amplia referencia al capital ficticio y, más en general, a sus conceptos de capital a interés y de capital bancario, sin olvidar sus invectivas contra el pequeño mundo financiero, “parasitismo”, “rapiña” y “fraude”, en sus propias palabras. Frases que parecerían escritas para describir los engranajes de la crisis contemporánea. La idea de que las finanzas “no son un obstáculo al funcionamiento 'normal' del capital, sino el instrumento de su retorno a un funcionamiento puro, desembarazado de una serie de reglas y de limitaciones que le habían sido impuestas a este sistema durante décadas”. Las causas de las burbujas financieras se encuentran en una configuración particular en que la participación de los salarios baja, pero donde la recuperación de la ganancia entraña un sobrecrecimiento de la acumulación.

Durante todo un período, las crisis recurrentes han parecido poder circunscribirse o superarse muy rápidamente; las ilusiones clásicas del capital financiero parecieron confirmadas por los hechos, en la medida en que las finanzas proporcionaban rendimientos muy altos, incluso superiores a la rentabilidad media de la esfera productiva.

El boom de la “nueva economía” permitió racionalizar esta configuración, a partir de una visión mágica de las propiedades de las nuevas tecnologías.

Pero si Internet es una herramienta destacable, sus hazañas no pueden ir hasta hacer posible una creación de valor más allá de la que resulta de la explotación. Sin embargo, esta ilusión ha dominado el período, y no sólo entre los banqueros y financieros. En su discusión sobre las nuevas técnicas de gestión, el “valor para el accionista” equivale a la “plusvalía extraordinaria” de Marx. En otras palabras, la rentabilidad de la empresa se mide por la diferencia entre su propia tasa de ganancia y una tasa de retorno mínima, definida en relación con el rendimiento de los mercados financieros. Este criterio de gestión objetiva explícitamente el desplazamiento de las finanzas sobre el sector real. Es por eso que no es posible, como lo proponen los numerosos refundadores del sistema, el “buen” capitalismo productivo frente al “mal” capitalismo financiero.

Éstos están fuertemente integrados y la reproducción del conjunto del sistema no puede hacerse sino mediante el agravamiento de las desigualdades que permite liberar una demanda que sustituya a la de los asalariados y mediante la fuga hacia delante en el sobreendeudamiento. Este modelo se ha hundido hoy en una crisis profunda de la que no podrá salir sin un cuestionamiento profundo de las relaciones sociales capitalistas.


BREVE ESQUEMA EVOLUTIVO DE LA CRISIS ACTUAL

2001: Se produce la explosión de la burbuja de Internet.
La FED baja los tipos en 2 años del 6.5% al 1%
Se dopa el mercado inmobiliario.
En 10 años el precio real de la vivienda en USA se multiplica por 2.
Durante años, existen unos tipos de interés excepcionalmente bajos.
El negocio de los bancos se hace más pequeño.
Para ganar más deciden conceder más préstamos que son más arriesgados y hacer más operaciones (1000 por poco es más que 100 por poco)
Comienzan a ofrecer hipotecas a los NINJA, cobrándoles más intereses al haber más riesgo y aprovechando el boom inmobiliario. Son las hipotecas subprime (más riesgo)
A principios de 2007 se desploma el precio de las viviendas.
Los hipotecados ven que pagan más por su vivienda de lo que ahora vale y muchos deciden no seguir pagando sus hipotecas.


DESARROLLO EXPLICATIVO DE LA ACTUAL CRISIS

La crisis actual marca el fin de una expansión crediticia basada en el dólar como moneda de reserva internacional. Las crisis periódicas formaban parte de procesos de auge y crisis; la crisis actual es la culminación de una extraordinaria expansión que ha durado más de veinticinco años. Ha habido una burbuja en el mercado inmobiliario de Estados Unidos, pero la crisis actual no es meramente el estallido de la burbuja inmobiliaria. Es la mayor de las crisis financieras periódicas que hemos experimentado últimamente. Todas esas crisis han formado la superburbuja, un proceso reflexivo de largo plazo que ha evolucionado a lo largo de los últimos veinticinco años, más o menos. Consiste en una tendencia actual, la expansión crediticia, y una concepción equivocada actual, el fundamentalismo e mercado (lo que en el siglo XIX se denominaba laissez-faire), que mantiene que debe darse rienda suelta a los mercados.


El estallido de la crisis financiera actual puede fijarse oficialmente en agosto de 2007. Entonces fue cuando los bancos centrales tuvieron que intervenir para proporcionar liquidez al sistema bancario.

La crisis se ha ido generando de forma lenta, y podía haberse anticipado hace varios años. Tiene su origen en el estallido de la burbuja de Internet a finales de 2000. La FED respondió recortando el tipo de los fondos federales desde 6.5 por ciento a 3.5 por ciento en el espacio de tan sólo unos meses. Entonces, se produjo el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001. Para contrarrestar la desaceleración de la economía, la FED siguió recortando los tipos hasta un 1 por ciento en julio de 2003 que era la tasa más baja en medio siglo y que se mantuvo un año entero. Durante treinta y un meses consecutivos el tipo de interés base de corto plazo deflactado era negativo.

El dinero barato produjo una burbuja inmobiliaria, una expansión de adquisiciones de empresas con financiamiento y otros excesos. Cuando el dinero es gratuito, el prestamista racional seguirá prestando hasta que ya no quede nadie a quien prestar. Los prestamistas hipotecarios relajaban sus criterios e inventaban nuevos modos de estimular a las empresas y, de paso, conseguir ingresos. Los bancos de inversión de Wall Street desarrollaban una variedad de nuevas técnicas, como los fondos de pensión o los fondos de inversión mobiliaria para trasladar el riesgo crediticio a los inversores, ávidos de rendimiento. También crearon vehículos de inversión estructurada (SIV en sus siglas en inglés) para sacar activos fuera de sus balances generales.

Desde 2000 hasta mediados de 2005, el valor de mercado de las viviendas construidas subió más del 50 por ciento y hubo un boom de nuevas construcciones. Merril Lynch observaba que aproximadamente la mitad de todo el crecimiento del PNB estadounidense en la primera mitad de 2005 estaba relacionado con las viviendas: o bien directamente, a través de la construcción de casas y bienes relacionados con las casas como nuevo mobiliario, o indirectamente, a través de la mayor demanda creada por el dinero generado gracias a la refinanciación de las hipotecas.

El crecimiento de dos dígitos del precio de la vivienda generó especulación. Cuando se espera que el valor de la propiedad incremente más que el coste de pedir préstamos, tiene sentido poseer más propiedad de la que se desea ocupar. En 2005, el 40 por ciento de todas las viviendas adquiridas no pretendía servir como residencia habitual sino como inversiones o segundas viviendas. Dado que el crecimiento en la renta real era muy débil en los años 2000, los prestamistas agudizaron el ingenio para hacer que las casas parecieran asequibles. Los instrumentos más comunes eran las hipotecas con tipo de interés variable con “trampa”, con tipos de interés de mercado iniciales por debajo del mercado por un periodo inicial de dos años. Se suponía que, después de dos años, cuando el mayor tipo de interés se hiciera notar, la hipoteca sería refinanciada, aprovechando los mayores precios y generando un nuevo conjunto de ingresos a los prestamistas. Las garantías de crédito se hicieron irrisorias y las hipotecas se hicieron muy asequibles para personas con índice de crédito bajos (las llamadas hipotecas subprime), muchas de las cuales eran gente acomodada. Los Alt-A (o “préstamos del mentiroso”), con poca o ninguna documentación, se hicieron comunes, incluidos, en el caso extremo, los créditos “ninja” (iniciales de “no job, no income, no assets”, es decir, “sin trabajo, ingresos ni activos”), frecuentemente con la connivencia manifiesta de los agentes y prestamistas hipotecarios.

Había burbujas similares en otras partes del mundo, como en Reino Unido, España o Australia. Lo que distinguía a la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos era su tamaño e importancia para la economía global y el sistema financiero internacional. El mercado inmobiliario decayó antes en España que en Estados Unidos, pero el declive pasó inadvertido, excepto a nivel local. Por el contrario, había valores hipotecarios de Estados Unidos distribuidos por todo el mundo y éstos tenían algunos titulares institucionales europeos, en particular alemanes, más involucrados incluso que los estadounidenses.

Por sí sola, la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos siguió fielmente el curso que prevé un modelo de auge y crisis. Había una tendencia general a una relajación cada vez mayor de los criterios mínimos para prestar y una expansión de las proporciones de préstamos a proporción de valor hipotecado que se vio agudizada por la idea equivocada general de que el valor de las garantías no se veía afectado por el deseo de prestar. Ése es el error que más comúnmente ha inflado las burbujas en el pasado, especialmente en lo que respecta a la propiedad inmobiliaria. Lo sorprendente es que todavía no hayamos aprendido la lección.

La burbuja comenzó lentamente, se mantuvo varios años y no invirtió su tendencia cuando las tasas de interés comenzaron a crecer. Se mantenía gracias a una demanda especulativa, ayudada e instigada por prácticas de préstamo cada vez más agresivas y formas cada vez más sofisticadas de securización de hipotecas. Finalmente, en la primavera de 2007, el momento de la verdad llegó cuando el problema de las subprime llevó a la bancarrota a New Century Financial Corporation, a lo que siguió un periodo de decadencia en el que el precio de las casas caía pero la gente no se daba cuenta de que el juego había llegado a su fin.

Los bancos liquidaron sus hipotecas más arriesgadas reconvirtiéndolas en valores llamados obligaciones de deuda con garantía (CDO en sus siglas en inglés). Los CDO canalizaban los cash flows de miles de hipotecas en una serie de bonos escalonados, o en tramos, con riesgos y rendimientos ajustados a los gustos de los diferentes inversores. Los tramos prioritarios, que podían suponer el 80 por ciento de esos bonos, se refugiaban primero en los cash flows subyacentes, para poder venderse con una valoración triple A, que es la máxima. Los tramos inferiores absorbían los riesgos desde el primer dólar gastado pero conllevaban más rendimientos. En la práctica, los banqueros y las agencias de rating infravaloraron en mucho los riesgos inherentes de disparates tales como los créditos ninja.

Todos los ingresos, desde la fuente original a la colocación última, se basaban en comisiones –cuanto más volumen, mayores primas-. La perspectiva de obtener ingresos sin incurrir en riesgos animó las prácticas empresariales relajadas y engañosas. El área subprime, que negociaba con consumidores inexpertos y uniformados, estaba llena de actividades fraudulentas. El apelativo “tipos con trampa” es muy revelador.

Pero no se tomó ninguna medida reguladora. El anterior gobernador de la Reserva Federal, Edward M. Gramlich, previno en privado al presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, sobre el comportamiento abusivo en los mercados de hipotecas subprime en 2000, pero éste hizo caso omiso del aviso. Gramlich hizo públicas sus preocupaciones en 2007 y publicó un libro sobre la burbuja subprime justo antes de que la crisis estallara. Charles Kindleberger, un experto en burbujas, alertó de la burbuja inmobiliaria en 2002. Martin Feldstein, Paul Volcker (antiguo presidente de la Reserva Federal) y Bill Rhodes (un alto cargo del Citibank) hicieron pronósticos pesimistas.

Los síntomas de crisis comenzaron a multiplicarse a principios de 2007. El 22 de febrero, HSBC despidió al jefe de su empresa de préstamos hipotecarios estadounidense, reconociendo pérdidas por valor de 10800 millones de dólares. El 9 de marzo, DR Horton, el mayor constructor de Estados Unidos, notificó que sufría pérdidas en las hipotecas subprime. El 12 de marzo, New Century Financial, uno de los mayores prestamistas subprime, suspendió la cotización de sus acciones entre el miedo de que la empresa se dirigiera a la bancarrota. El 13 de marzo, se informó de que las cuotas hipotecarias retrasadas y la ejecución hipotecaria habían crecido hasta puntos críticos. El 16 de marzo, Accredited Home Lenders Holding puso en venta más cantidad de su cartera de créditos subprime, por valor de 2700 millones de dólares, con un alto descuento, para generar dinero en efectivo para las operaciones empresariales. El 2 de abril, New Century Financial se declaró en suspensión de pagos de reorganización financiera tras haber sido forzada a recomprar préstamos de dudoso cobro por valor de miles de millones de dólares.

El 15 de junio de 2007, Bear Stearns anunció que dos grandes hedge founds hipotecarios estaban teniendo problemas a la hora de satisfacer los márgenes de cobertura. Bear creó a regañadientes una línea de crédito de 3200 millones de dólares para sacar de apuros a un fondo y dejó que el otro se hundiera. La participación de los inversores de 1500 millones de dólares prácticamente desapareció.

El fracaso en junio de los dos hedge founds en hipotecas de Bear Stearns hizo tambalear los mercados, pero el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Ben Bernanke, y otros altos funcionarios tranquilizaron al público diciendo que el problema subprime era un fenómeno aislado. Los precios se estabilizaron, aunque el flujo de malas noticias no disminuía. Todavía el 20 de julio, Bernanke valoraba las pérdidas subprime en sólo 100 000 millones de dólares, aproximadamente. Cuando Merrill Lynch y Citigroup realizaron grandes amortizaciones internas en obligaciones de deuda con garantía, los mercados realmente vivieron una recuperación. El S&P 500 tuvo un repunte a mediados de julio.

Pero hasta principios de agosto los mercados financieros no se sobresaltaron realmente. El temor llegó en forma de sacudida cuando Bear Stearns declaró en suspensión de pagos a dos hedge founds expuestos a créditos subprime e impidió que los clientes retiraran dinero en efectivo de un tercer fondo. Como se ha indicado, Bear Stearns había intentado salvar a estas entidades proporcionando financiación adicional por valor de 3200 millones de dólares.

En el momento en que estalló la crisis, los mercados financieros se enmarañaron con una rapidez increíble. Todo lo que podía ir mal, fue mal. Se reveló un número sorprendente de debilidades en un periodo de tiempo increíblemente corto. Lo que comenzó con hipotecas subprime de baja calidad pronto se extendió a los CDO (obligaciones de deuda con garantía), particularmente a aquellos CDO sintéticos que se construían con las hipotecas subprime de mayor valor.

Los distintos títulos hipotecarios sintéticos se basaban en el supuesto de que el valor de las casas nunca desciende en Estados Unidos en su conjunto; puede fluctuar en regiones individuales, pero el mercado en su conjunto es estable. Esto es lo que hizo que parecieran más seguros los valores que extendían el riesgo sobre varias regiones que las hipotecas individuales. Ese supuesto ignoraba la posibilidad de una burbuja inmobiliaria de ámbito nacional de la magnitud de la que ha habido realmente.

Las autoridades reguladoras deberían haber conocido mejor el terreno. Después de todo, tienen que intervenir de vez en cuando, y sabían que la intervención engendra riesgo moral. Con la boca pequeña hablaban del riesgo moral, pero a la hora de la verdad, fueron a rescatar a instituciones que eran demasiado grandes para quebrar. Sabían que su intervención introducía incentivos asimétricos que favorecían una expansión del crédito cada vez mayor, pero se dejaron llevar de tal manera por la disposición general hacia el fundamentalismo de mercado como por su propio éxito que llegaron a creer que los mercados pueden autorregularse. Así, la expansión del crédito llegó a niveles insostenibles.

El momento adecuado para limitar la expansión del crédito es durante la fase expansiva. Los bancos centrales responden a la inflación de precios y salarios, pero no se sienten interpelados a evitar la inflación de precios de los activos. Alan Greenspan lanzaba invectivas contra la “exuberancia irracional” del mercado de valores en diciembre de 1996 pero se quedó en palabras huecas y dejó de hablar de ello cuando vio que sus declaraciones no provocaban la reacción esperada.

Ben Bernanke es más bien un teórico y no tiene las habilidades manipuladoras de Greenspan. Él, y Mervyn King, del Banco de Inglaterra, están sumamente preocupados por el riesgo moral, lo que tuvo mucho que ver con su tardía respuesta a la explosión de la burbuja inmobiliaria de 2007. Las autoridades ignoraron o claramente subestimaron los abusos y excesos del sector hipotecario y su efecto sobre la economía real. Por ello, la Reserva Federal se quedó tan atrasada. Tenía la autoridad legal para regular el sector hipotecario, pero no logró ejercerla. El Tesoro también se quedó totalmente pasivo durante este periodo y sólo salió de su inacción cuando la crisis ya estaba bien avanzada. Fue tras la paralización de la industria cuando introdujo nuevas regulaciones en el sector hipotecario, y se limitó a incentivar la cooperación voluntaria entre los prestamistas para mitigar el daño. Ese enfoque había funcionado en la crisis bancaria internacional de la década de 1980 porque los bancos centrales podían ejercer una influencia directa sobre los bancos comerciales implicados. Pero la crisis actual es incomparablemente más complicada porque las hipotecas se han seccionado, reempaquetado y revendido, y es difícil, si no imposible, organizar la cooperación voluntaria entre participantes desconocidos.

Todo esto ejerció una presión tremenda en el sistema bancario. Los bancos tuvieron que incluir títulos adicionales en su balance en un momento en que la base de su capital se veía perjudicada debido a pérdidas inesperadas. Encontraban grandes dificultades a la hora de valorar su riesgo y todavía mayores obstáculos a la hora de estimar el riesgo de la parte contraria. Consecuentemente, eran reacios a prestarse mutuamente y estaban ansiosos por acumular liquidez. Al principio, los bancos centrales encontraron difícil inyectar suficiente liquidez porque los bancos comerciales evitaban los servicios financieros que tuvieran una carga, y también eran reacios a negociar unos con otros, pero finalmente estos obstáculos se superaron. Después de todo, si hay algo que saben hacer los bancos centrales, es proporcionar liquidez. Sólo el Banco de Inglaterra sufrió un grave debacle cuando intentó auxiliar a Northern Rock, un prestamista hipotecario que se había extendido demasiado. El esfuerzo de rescate generó un pánico bancario. Finalmente, Northern Rock fue nacionalizado y sus obligaciones se añadieron a la deuda nacional, lo que alejó al Reino Unido del cumplimiento de las condiciones del Tratado de Mastrique.

Tanto las autoridades financieras como los mercados financieros han sido muy lentos a la hora de reconocer que la economía real estaba destinada a verse afectada. Es difícil entender por qué. La economía real se vio estimulada por la expansión del crédito. ¿Por qué no va a verse negativamente afectada por la contracción del crédito?

La experiencia con la administración Bush debe reforzar nuestro compromiso con la sociedad abierta como una forma deseable de organización social. Sin embargo, debemos cambiar nuestra definición de lo que implica una sociedad abierta. Además de las típicas cualidades de la democracia liberal como son las elecciones libres, libertades individuales, división de poderes, estado de Derecho, etcétera, la sociedad abierta también implica un electorado que insista en ciertos estándares de honestidad y veracidad.








ALGUNAS BREVES PREVISIONES

Es probable que Europa se vea afectada casi tan negativamente como Estados Unidos. España, con una burbuja inmobiliaria propia, y el Reino Unido, dada la importancia de Londres como centro financiero, son particularmente vulnerables. Los bancos y fondos de pensión europeos están todavía más cargados de activos de valor incierto que los bancos estadounidenses, y la sobrevaluación del euro y la libra van a dañar a las economías europeas. La economía japonesa también está teniendo malos resultados.

Los países desarrollados, tomados en su conjunto, suponen el 70 por ciento de la economía mundial. En cualquier caso, es poco probable que la economía global entre en recesión dada la muy favorable dinámica de los países enriquecidos por el petróleo y algunas economías en desarrollo. Popularmente se dice que cuando Estados Unidos estornuda, el resto del mundo se resfría. Eso era verdad antes, pero ya no.

El pronóstico de largo plazo para China no está nada claro. No sería sorprendente que la burbuja que se está formando actualmente acabase en una crisis financiera allí dentro de varios años. Es posible que el comunismo en China llegue a su fin por una crisis capitalista.
Es cuestionable si la desaceleración global se convertirá en una recesión global. En cualquier caso, podemos predecir con un alto grado de certidumbre que el mundo en desarrollo tendrá mucho mejores resultados que los países desarrollados. Aunque puede que al final se revierta el proceso, cuando las inversiones en producción de materias primas lleven a una sobreproducción.


LA TEORÍA DEL EQUILIBRIO

La teoría económica imita a las ciencias naturales. Intenta establecer generalizaciones válidas en todo momento que puedan utilizarse reversiblemente para explicar y predecir los fenómenos económicos. En particular, la teoría de la competencia perfecta se moldeó según el modelo de la física newtoniana señalando un equilibrio entre la oferta y la demanda al que los precios de mercado tienden. Se basa en postulados y todas sus conclusiones se derivan de ellos por cálculos lógicos o matemáticos. Los postulados especifican ciertas condiciones ideales, pero se supone que las conclusiones son relevantes para el mundo real. La teoría sostiene que, bajo determinadas condiciones, la búsqueda de interés propio sin restricciones lleva a la asignación óptima de recursos. Puede calcularse matemáticamente que la posición de equilibrio maximiza el beneficio de todos sus participantes. Esta línea de argumentación sirvió como base teórica para las políticas de laissez-faire del siglo XIX y también está en el origen de la creencia en la “magia de los mercados” que ganó tanta aceptación durante la presidencia de Ronald Reagan. Consiste en una confianza excesiva en el mecanismo de mercado. Es el fundamentalismo de mercado. Se convirtió en el credo dominante en la década de 1980 cuando Reagan llegó a la presidencia de Estados Unidos y Margaret Thatcher era primera ministra en el Reino Unido, aunque sus antecedentes van mucho más atrás. En el siglo XIX se llamaba laissez-faire.

El fundamentalismo de mercado tiene sus raíces en la teoría de la competencia perfecta, tal y como fue propuesta originalmente por Adam Smith y desarrollada por los economistas clásicos. En la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, recibió un poderoso impulso debido al fracaso del comunismo, el socialismo y otras formas de intervención del Estado. Ese impulso, en cualquier caso, se basa en falsas premisas. El hecho de que la intervención del Estado siempre sea imperfecta no implica que los mercados sean perfectos. Todos los constructos humanos son imperfectos. Los mercados financieros no necesariamente tienden al equilibrio; dejados a sí mismos tienden hacia extremos de euforia y desesperación. Por ello, precisamente, no se les deja a sí mismos; han quedado a cargo de las autoridades financieras cuya labor es supervisarlos y regularlos. Desde la Gran Depresión, las autoridades han tenido bastante éxito a la hora de evitar una crisis general del sistema financiero internacional. Irónicamente, su éxito es lo que ha provocado que el fundamentalismo de mercado reviviera. En 1950 el laissez-faire parecía enterrado para siempre. Pero volvió en la década de 1980. Bajo su influencia, las autoridades financieras perdieron el control sobre los mercados financieros y la superburbuja se desarrolló. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la industria financiera (los bancos y mercados) tenían una regulación estricta. Los años de posguerra presenciaron una eliminación gradual de las restricciones, primero lentamente con una aceleración cada vez mayor en la década de 1980. Dado que los mercados financieros no tienden al equilibrio, su liberalización dio lugar a crisis ocasionales. La mayoría de las crisis ocurrieron en el mundo menos desarrollado y podían atribuirse a su falta de desarrollo, pero algunas hicieron peligrar la estabilidad del sistema financiero internacional, especialmente la crisis bancaria internacional de los años ochenta y la crisis de los mercados financieros de 1997-1998. En estos casos, las autoridades financieras estuvieron dispuestas a saltarse las reglas para salvar el sistema, pero la disciplina del mercado continuó aplicándose al mundo menos desarrollado.

Hay muchas pruebas que confirman la hipótesis del desarrollo de la superburbuja. Las condiciones del crédito se han relajado hasta un punto en que es difícil ver cómo pueden relajarse más. Por lo menos, esto es verdad en lo que concierne al consumidor estadounidense. Los términos de crédito para las hipotecas, los créditos para el coche y las tarjetas de crédito han llegado a su máxima posibilidad de extensión. Lo mismo sucede con algunos otros países desarrollados, como el Reino Unido y Australia.

Sin embargo, al final de la Segunda Guerra Mundial, la industria financiera (bancos, los corredores de bolsa y otras instituciones financieras) jugaban un papel muy diferente en la economía de lo que lo hacen hoy en día. Los bancos y mercados estaban estrictamente regulados. La cantidad total de créditos pendientes en relación al tamaño de la economía era mucho menor de lo que es hoy en día, y las cantidades que podían tomarse prestadas con distintos tipos de garantía también eran mucho menores. Las hipotecas requerían al menos el 20 por ciento de desembolso inicial, y los préstamos garantizados con valores estaban sujetos a requisitos legales de margen que restringían los préstamos al 50 por ciento o menos del valor de la garantía. A los préstamos para la compra de automóviles, que requerían anticipos, les sustituyeron en gran medida contratos de arrendamiento con opción de compra, que no los requerían. No había tarjetas de crédito y había muy pocos préstamos no garantizados. Las instituciones financieras representaban sólo un pequeño porcentaje de la capitalización del mercado de valores de Estados Unidos. Pocos valores financieros cotizaban en la Bolsa de Nueva York.


LA GLOBALIZACIÓN

La globalización de los mercados financieros fue un proyecto del fundamentalismo de mercado que tuvo mucho éxito. Si el capital financiero se desplaza libremente, se hace difícil para el Estado gravarlo o regularlo porque puede moverse a cualquier otro sitio. Esto da al capital financiero una posición privilegiada. Los gobiernos a menudo tienen que atender más las necesidades del capital internacional que a las de su propio pueblo. Fue por ello que la globalización de los mercados financieros sirvió a los objetivos de los fundamentalistas de mercado tan bien. El proceso comenzó con el reciclaje de los petrodólares tras el desgraciado shock de petróleo de 1973, pero se aceleró durante los años de Reagan-Thatcher.

La globalización no trajo el juego limpio, con igualdad de oportunidades, que los mercados libres debían proporcionar según la doctrina del fundamentalismo de mercado. El sistema financiero internacional está bajo el control del conjunto de autoridades financieras que representan a los países desarrollados. Son el consenso de Washington. Intentan imponer en los países una disciplina de mercado estricta, pero quieren forzar las normas cuando el mismo sistema financiero peligra. Por la forma en que funciona el sistema, Estados Unidos, que disfruta del poder de veto en las instituciones de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), es más “igual” que otros. El dólar ha servido como la principal reserva internacional generalmente aceptada por los bancos centrales del mundo. Por tanto, Estados Unidos ha sido capaz de hacer políticas anticíclicas mientras que los países en desarrollo, y en menor grado otros países desarrollados, estaban obligados a vivir dentro de sus posibilidades. Esto ha hecho que sea más seguro mantener activos financieros en el centro que en la periferia. Cuando se iban quitando los obstáculos a los movimientos de capital, el ahorro mundial iba siendo atraído por el centro y redistribuido desde allí. No es extraño que Estados Unidos tuviera un déficit por cuenta corriente crónico en los años de Reagan. El déficit ha seguido creciendo, y llegó al 6.6 por ciento del PIB en el tercer cuarto de 2006. El consumidor estadounidense se convirtió en el motor de la economía mundial.


MERCADOS VERSUS REGULADORES

Dado que los mercados financieros no tienden al equilibrio, no podemos dejarlos actuar por sí mismos. Las crisis periódicas generan reformas reguladoras. Así han evolucionado la banca central y la regulación de los mercados financieros. Mientras que las secuencias de auge y crisis se producen sólo intermitentemente, la interacción reflexiva entre los mercados financieros y las autoridades financieras en un proceso continuo.

El fundamentalismo de mercado culpa de los fallos del mercado a la falibilidad de los reguladores y en parte tiene razón. Tanto los mercados como los reguladores son falibles. Donde se equivocan de plano los fundamentalistas del mercado es a la hora de reclamar que las regulaciones sean abolidas debido a su falibilidad. Eso es lo contrario de lo que pedían los comunistas de que los mercados fueran abolidos debido a su falibilidad. Kart Popper (junto con Friedrich Hayek) ha mostrado los peligros de la ideología comunista. Pero comprenderíamos mejor la realidad si reconociéramos el carácter ideológico del fundamentalismo de mercado. El hecho de que los reguladores sean falibles no prueba que los mercados sean perfectos. Sólo justifica que reexaminemos y mejoremos el ambiente regulador.

Ha sido difícil demostrar lo inadecuado del fundamentalismo de mercado. El impago ruso en la crisis de los mercados emergentes de 1998 llevó a la quiebra al Long-Term Capital Management (LTCM), un hedge fund inmenso que usaba mucho apalancamiento, lo que amenazó la estabilidad del sistema financiero. Eso obligó a la Fed a bajar sus tipos de interés y organizar un rescate cooperativo de LTCM por parte de sus prestamistas. Estos incidentes no llevaron a ninguna reforma reguladora; por el contrario, la habilidad del sistema de resistir estas tensiones reafirmó le credo general en el fundamentalismo de mercado y llevó a más relajación del ambiente regulador.


ALGUNAS POLÍTICAS RECOMENDABLES

Claramente, un desatado y desarticulado sector financiero está causando estragos en la economía. Éste necesita control. Por su propia naturaleza, la creación de crédito es un proceso reflexivo. Debe regularse para evitar excesos. Hay que recordar, en cualquier caso, que los reguladores no sólo son humanos sino que también son burócratas. Pasarse con las regulaciones puede paralizar severamente la actividad económica. Sería un gran error volver a las condiciones que prevalecieron tras la Segunda Guerra Mundial. La disponibilidad de crédito no sólo incentiva la productividad sino también la flexibilidad y la innovación. No debe ponérsele una mordaza a la creación del crédito. El mundo está lleno de incertidumbre; y los mercados son capaces de ajustarse a las condiciones cambiantes mucho más que los burócratas. Al mismo tiempo, hay que reconocer que los mercados no sólo se ajustan pasivamente a las circunstancias cambiantes, sino que también contribuyen activamente a modelar el curso de los acontecimientos. Pueden crear las inestabilidades e incertidumbres que hacen tan valiosa su propia flexibilidad. Y eso debe tenerse en cuenta a al hora de formular políticas macroeconómicas. Por tanto, es necesario dar a los mercados la mayor autonomía posible, pero hacerla compatible con el mantenimiento de la estabilidad económica.

En gran parte, los excesos de los mercados financieros se deben al fallo de los reguladores a la hora de ejercer un control adecuado. Algunos de los instrumentos y métodos financieros recientemente introducidos se basaban en falsas premisas. Se han mostrado insostenibles y, por tanto, deberán abandonarse. Pero otros ayudan a extender o compensar riesgos, y deben mantenerse. Los reguladores necesitan conocer más las innovaciones recientes, y no deben permitir prácticas que no entiendan del todo. La idea de que la gestión del riesgo puede dejarse a los participantes es una aberración. Hay riesgos sistémicos que las autoridades reguladoras deben administrar. Para poder hacerlo, deben tener información adecuada. Los participantes, incluidos los hedge funds y los fondos soberanos y otras entidades no reguladas, deben proporcionar esa información incluso si es costosa e incómoda. Los costes son insignificantes comparados con los costes de una crisis.

Las autoridades deben vigilar y controlar más durante la fase expansiva. Eso, indudablemente, limitará la rentabilidad de los negocios. A la gente dedicada al sector financiero no le gustará y formará grupos de presión en contra, pero la creación del crédito tiene que regularse. Será responsabilidad de los reguladores si permiten que la situación se descontrole y luego se ven obligados a rescatar a alguna institución. En años recientes, la situación se ha descontrolado. Se permitió que el sector financiero se hiciera demasiado rentable y demasiado grande.

La lección más importante que podemos aprender de la crisis actual es que las autoridades monetarias tienen que preocuparse no sólo por controlar la oferta de dinero sino también por la creación del crédito. El monetarismo es una falsa doctrina. El dinero y el crédito no van de la mano. Las autoridades monetarias tienen que preocuparse no solamente por la inflación de salarios, sino también por evitar las burbujas especulativas. Los precios de los activos tampoco dependen sólo de la disponibilidad de dinero sino también de la voluntad de conceder préstamos. Y, a su vez, las autoridades monetarias deben controlar y tener en cuenta no solamente la oferta de dinero sino también las condiciones del crédito.

¿Qué debe hacerse en relación a la confusión creada por el estallido de la burbuja inmobiliaria? Las políticas monetarias y fiscales anticíclicas típicas son apropiadas mientras funcionan y lo cierto es que no llegarían muy lejos en el momento actual. Se necesitan medidas adicionales para evitar el colapso de los precios de las casas y aliviar el daño que provocaría. Por estas razones, es deseable que tantas personas como sea posible consigan mantener sus casas. Y este punto se refiere tanto a los poseedores de hipotecas subprime como a la gente cuyas hipotecas exceden el valor de sus casas. Hay que evitar las ejecuciones hipotecarias pues deprimen el precio de las casas y agravan todavía más la depresión.

Las ejecuciones hipotecarias reducen el valor de las casas de los alrededores, obligando a otros propietarios a abandonar su propiedad porque sus hipotecas exceden a los valores de sus casas. En última instancia, las ejecuciones hipotecarias concentradas en un lugar pueden desestabilizar a vecindarios enteros y tienen repercusiones en otras áreas, como el empleo, la educación, la salud y el bienestar de la infancia. El foco principal de nuevas medidas políticas debe ser evitar estos embargos de casas.

El estallido de burbujas causa contracción del crédito, liquidación forzosa de activos, deflación y una destrucción de riqueza que puede ser de proporciones catastróficas. En un ambiente deflacionario, el peso de la deuda acumulada puede hundir el sistema bancario y llevar a la economía a la depresión. Eso es lo que debe evitarse como sea.

Eso puede hacerse creando dinero para compensar la contracción del crédito, recapitalizando el sistema bancario y reduciendo o eliminando el valor de las deudas acumuladas de manera metódica. Pero, para lograr mejores resultados, deben combinarse los tres procesos.

Como último, indicar que para evitar que la economía caiga en una depresión, se debe implementar un paquete de medidas de política económica radical y general, con cinco componentes principales:


1. Un paquete de medidas de estímulo fiscal.
2. Una revisión rigurosa del sistema hipotecario.
3. Recapitalización del sistema bancario.
4. Una política energética innovadora.
5. Reforma del sistema financiero internacional.




RESERVA FEDERAL DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Organismo que en Estados Unidos desarrolla las funciones de Banco Central. Es el sistema bancario central y emisor de los Estados Unidos, que abarca 12 bancos de la Reserva Federal que controlan a 12 distritos, bajo la tutela de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal.

Órgano de decisión de la Reserva Federal estadounidense. Su veredicto (subir, bajar o mantener los tipos de interés la cantidad de dinero circulante de ese país.) tiene impacto inmediato sobre los mercados bursátiles de todo el mundo.

La afiliación al Fed es obligatoria para los bancos registrados legalmente por el Controlador de la Divisa y optativa para los bancos registrados en los distintos estados.


2006:
El tipo de la Reserva Federal de los Estados Unidos aumentó hasta 5,75%. En 3 años, el tipo había aumentado del 2% al 5,75%. Los préstamos subprime eran, por ese entonces, más a menudo a tipos variables e indexados al tipo decidido por el banco central. Los prestatarios, que eran cada vez más, no podían pagar sus plazos. Sus hogares fueron vendidos en subasta y los resultados de esto fueron más bajas en los precios de la vivienda y, por tanto, en el valor de las hipotecas. Entre 2004 y 2007, 1,2 millones de estadounidenses habían sido expulsados de sus hogares.

Agosto 2007:
Los bancos desconfiaban unos de otros y no prestaban más dinero; o solamente lo hacían con extrema reticencia y a tasas muy altas. Los bancos centrales (Reserva Federal, Banco Central Europeo, Banco de Japón, Banco de Inglaterra) intervinieron masivamente y pusieron a disposición de los bancos (en forma de préstamos) más de 400 mil millones de euros en efectivo (dólares, libras, euros o yenes). Los temores del mercado entonces se extendieron a todas las operaciones de crédito. El valor de las acciones de los fondos involucrados en el crédito inmobiliario (incluso los subprime, pero también los préstamos a prestatarios solventes) colapsó. El valor de las acciones de los grupos bancarios también. Para compensar sus pérdidas en estos mercados, los grandes inversores comenzaron a vender acciones en otros sectores. Estas ventas condujeron a una disminución general en los precios de las acciones. El pánico se fue extendiendo. La crisis monetaria se había convertido en una crisis bursátil que concernía no sólo a Wall Street, sino a Europa y Asia.

Septiembre 2007:
La tasa a la que los bancos se prestan unos a otros se elevó a su nivel más alto desde diciembre de 1998. El Libor es 6,79%, muy por encima de la tasa de Banco de Inglaterra a 5,75%. Los bancos dudaban de que los otros bancos vayan a sobrevivir, o necesitan con urgencia dinero ellos mismos. El BCE estaba dispuesto a una nueva inyección de liquidez. La Reserva Federal inyectó 5.000 millones de dólares al sistema monetario de EE.UU.
El Banco de Inglaterra concedió un préstamo de emergencia a los bancos para evitar la quiebra. Los clientes en pánico se apresuraron a retirar sus ahorros. Los depositadores retiraron mil millones de libras en el más importante curso en un banco británico durante más de un siglo. Continuaron sacando su dinero hasta que el Gobierno tomó medidas para garantizar sus ahorros. Los clientes del banco retiraron casi tres mil millones de euros durante un fin de semana. Tres días después, el gobierno anuncia que garantizara todos los depósitos. El anterior presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan reconoció que no supo prever la crisis de la financiación hipotecaria.
La Reserva Federal estadounidense redujo sus tipos de interés por medio punto porcentual a 4,75%
El Secretario del Tesoro de Estados Unidos Henry Paulson consideró la posibilidad de permitir que Fannie Mae (Asociación Federal Nacional Hipotecaria y es conocida como Fannie Mae, era una empresa de capital abierto, garantizada por el gobierno de los Estados Unidos) y Freddie Mac (Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios) comprasen los préstamos temporalmente más importantes que puedan permitirse en ese entonces. La Reserva Federal inyectó 29.000 millones de dólares. La Reserva Federal (FED) de Estados Unidos inyectó un total de 38.000 millones de dólares al sistema monetario, por medio de la compra de deuda en manos de otras entidades financieras.[

Diciembre 2007:
Los bancos centrales siguieron aportando más fondos disponibles. La Reserva Federal de los Estados Unidos subasta 20.000 millones de dólares. Otra noticia importante que cabe destacar fue que el Euribor alcanzó su máximo en los últimos 7 años, llegando al 4,9%. Esto acabó por afectar más todavía a los consumidores que pagaron préstamos variables que ya venían sufriendo subidas consecutivas en los últimos años.

Enero 2008:
La Reserva Federal de los Estados Unidos recortó las tasas por tres cuartos de punto porcentual a 3,5%, (su mayor recorte en 25 años), para tratar de impedir la entrada de la economía americana en recesión. Fue el primer recorte de emergencia de los tipos desde 2001. Los mercados de valores en todo el mundo se empezaron a recuperar de las fuertes pérdidas del día anterior.

Febrero 2008:
El "Project Lifeline" (los propietarios que se encuentren en riesgo de perder sus casas pueden ser elegibles para recibir una nueva ayuda de los principales prestamistas hipotecarios.) fue anunciado por la administración de Bush. Supuestamente, estaba destinado a cubrir las personas con todo tipo de hipotecas, no sólo los préstamos subprime. Más tarde, la Reserva Federal subastó otros 30.000 millones de dólares a los bancos comerciales. El Dow Jones sube un 1%, tras el anuncio de Warren Buffet que vaya a rescatar las aseguradoras de bonos.
El presidente de la Reserva Federal de EE.UU. Ben Bernanke afirmó que las perspectivas económicas de su país "se han deteriorado" y añadió que "existe la posibilidad de un empeoramiento mayor de lo esperado". UBS confirma que ha perdido 12.451 millones de francos suizos en 2007. El 1 de abril, anuncia otras pérdidas.

Marzo 2008:
El Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos Ben Bernanke llamó a los prestamistas que ayuden a propietarios en dificultades por la reducción de la tasa de sus préstamos. Dijo que es probable que las expulsiones de viviendas sigan aumentando aunque el gobierno y la industria de la vivienda habían empezado a ayudar a ese sector.
En su mayor intervención, la Reserva Federal de los Estados Unidos inyectó 200.000 millones de dólares de fondos disponibles para los bancos y otras instituciones para tratar de mejorar la liquidez en los mercados. Fortis anunció un beneficio neto anual en 2007 cercano a 4.000 millones de euros, un 8% inferior al registrado un año antes
El presidente de la Reserva Federal advierte de que la crisis del sector inmobiliario se ha propagado más allá de las hipotecas de alto riesgo y ha prometido que la institución ayudará a los propietarios afectados.

Abril 2008:
La Reserva Federal y el BCE inyectan otros 41.500 millones. Es la sexta intervención conjunta para aliviar la crisis de liquidez. La inyección de liquidez de la Reserva Federal es la novena desde principios de diciembre por una cantidad total de 310.000 millones de dólares (197.500 millones de euros). Además, la Reserva Federal de los Estados Unidos recortó los tipos de interés al punto más bajo en casi cuatro años.

Julio 2008:
La Reserva Federal anunció que ampliaría los préstamos de emergencia a Wall Street, y también adoptó otras medidas para aliviar la carencia de crédito.

Septiembre 2008:
El banco de inversiones Lehman Brothers se declaró en quiebra. Anunció su colocación después del fracaso de las conversaciones iniciadas con la Reserva Federal para salvar a ella. Mientras tanto, uno de los principales bancos americanos, Bank of America, anunció la compra de otro banco de inversión de Wall Street, Merrill Lynch, por 50.000 millones de dólares. Diez bancos internacionales decidieron crear un fondo de caja de 70.000 millones de dólares para satisfacer sus necesidades más urgentes, mientras que los bancos centrales estaban abriendo las puertas del crédito. Esto no impide un fuerte descenso en bolsas mundiales. El Dow Jones cayó a 504.48 puntos en su peor caída desde septiembre de 2001 en medio de los ataques terroristas.
La Reserva Federal de los Estados Unidos y el gobierno estadounidense de facto nacionalizaron el mayor asegurador mundial, AIG (American International Group). Proporcionaron asistencia de 85 mil millones de dólares (préstamo de emergencia) a cambio de 79,9% del capital. Wall Street subió un 1,3%.



EL BANCO CENTRAL EUROPEO

Fue creado en 1998, tiene su sede en Francfort (Alemania), y su presidente actual desde 2003, es Jean-Claude Trichet. Las funciones para las que fue creado al amparo del Tratado de la Unión Europea, fueron gestionar el euro, preservar la estabilidad de los precios, y fijar las grandes líneas, y ejecutar la política económica y monetaria de la UE.
El BCE, trabaja con el “Sistema Europeo de Bancos Centrales” (SEBC), que incluye a los 27 países de la UE, formando así el “Euro sistema”.

Este organismo, goza de total independencia, ya que ningún miembro de sus organismos decisorios pueden pedir o aceptar instrucciones de cualquier otra instancia. Las instituciones de la UE y los gobiernos de los Estados miembros, deben respetar este principio y no deben intentar influir en el BCE o en los bancos centrales nacionales.

Funciones del BCE:
Su principal tarea es mantener la estabilidad de los precios de la zona euros, preservando el poder adquisitivo del euro, para lo que tienen que tratar de mantener la inflación bajo estricto control, haciendo que el incremento interanual de los precios al consumo sea inferior al 2%. Esto se hace de dos formas; controlando la oferta monetaria, cuando esta es excesiva en comparación de los oferta de bienes y servicios, se produce inflación, esto es, fijar los tipos de interés, la segunda forma consiste en controlar la evolución de los precios, y evaluando el riesgo que supone para la estabilidad de los precios en la zona euro.

Órganos del BCE:
El Comité Ejecutivo: Formado por el Presidente del BCE, el Vicepresidente, y otros cuatro miembros, designados por común acuerdo de los presidentes o primeros ministros de los países de la zona euro, por un mandato de ocho años no renovable. Este órgano es responsable de aplicar la política monetaria definida por el Consejo de Gobierno, y de dar instrucciones a los bancos centrales nacionales. Además, prepara las reuniones del Consejo de Gobierno, y se encarga de la gestión cotidiano del BCE.

El Consejo de Gobierno: Es la máxima instancia decisoria del BCE. Está formado por seis miembros del Comité Ejecutivo, y los gobernadores de los 15 bancos centrales de la zona euro. Lo preside el presidente del BCE, y define la política monetaria de la zona euro, y en especial, fija los tipos de interés a que los bancos comerciales pueden obtener dinero del Banco Central.

El Consejo General, formado por el presidente del BCE, el Vicepresidente y los gobernadores de los banco centrales naciones de los 27 Estados miembros. Contribuye al trabajo consultivo, y de coordinación del BCE, y ayuda a preparar la futura ampliación de la eurozona.


FONDO MONETARIO INTERNACIONAL(FMI)


El Fondo Monetario Internacional (FMI) busca fomentar la cooperación monetaria internacional, afianzar la estabilidad financiera, facilitar el comercio internacional, promover un empleo elevado y un crecimiento económico sostenible y reducir la pobreza en el mundo entero. Fundado en 1945, es administrado por los gobiernos de 186 países miembros ―casi todos los países del mundo— a los cuales les rinde cuentas.


¿Por qué se creó el Fondo Monetario Internacional y cómo funciona?

La idea de crear el Fondo Monetario Internacional, también conocido como el “FMI” o “el Fondo”, se planteó en julio de 1944 en una conferencia de las Naciones Unidas celebrada en Bretton Woods, New Hampshire (Estados Unidos) cuando los representantes de 45 gobiernos, acordaron establecer un marco de cooperación económica destinado a evitar que se repitieran los círculos viciosos de devaluaciones competitivas, que contribuyeron a provocar la Gran Depresión de los años treinta.

Las responsabilidades del FMI.

El principal propósito del FMI consiste en asegurar la estabilidad del sistema monetario internacional, es decir el sistema de pagos internacionales y tipos de cambio que permite a los países (y a sus ciudadanos) comprar y vender bienes y servicios entre ellos. Esto es esencial para un crecimiento económico sostenible, ya que mejora los niveles de vida y alivia la pobreza.


Un rápido vistazo al FMI

Número actual de países miembros: 186
Sede : Washington, DC, Estados Unidos
Directorio Ejecutivo: 24 directores, en representación de países o grupos de países
Personal : Aproximadamente 2.478 funcionarios procedentes de 143 países
Total de cuota: US$325.000 millones (al 31-III-09)
Recursos adicionales prometidos o comprometidos: US$500.000 millones
Préstamos comprometidos (al 1-IX-09): US$175.500 millones, de los cuales US$124.500 millones permanecen sin girar
Principales prestatarios: Hungría, México, Ucrania
Asistencia técnica: Prestación in situ en el ejercicio 2009: 173 años-persona durante el ejercicio 2009
Consultas de supervisión: Concluidas en 2008: 177 países en 2008, 155 de los cuales publicaron voluntariamente información sobre la consulta (al 31-III-09)
Propósito original: En el Artículo I convenio constitutivo se establecen los principales objetivos del FMI:
Fomentar la cooperación monetaria internacional.
Facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional.
Fomentar la estabilidad cambiaria.
Coadyuvar a establecer un sistema multilateral de pagos.
Poner a disposición de los países miembros con dificultades de balanza de pagos (con las garantías adecuadas) los recursos de la institución.


Supervisión de las economías.

Para mantener la estabilidad y prevenir crisis en el sistema monetario internacional, el FMI pasa revista a la situación económica y financiera nacional, regional y mundial a través de un sistema formal de supervisión El FMI proporciona asesoramiento a los 186 países miembros y los alienta a adoptar políticas que promuevan la estabilidad económica, reduzcan la vulnerabilidad a crisis económicas y financieras y mejoren los niveles de vida. Publica evaluaciones regulares sobre el panorama internacional en perspectivas de la economía mundial y de los mercados de capital en global financial estability report así como una serie de informes sobre las perspectivas regionales.

Asistencia Financiera: El FMI otorga financiamiento con el fin de dar a los países miembros margen de maniobra para corregir sus problemas de balanza de pagos. Las autoridades nacionales, en estrecha colaboración con el FMI, formulan un programa de políticas respaldado con financiamiento del FMI, y la continuidad del financiamiento está sujeta a la implementación eficaz de ese programa. Para respaldar a los países durante la crisis económica internacional, el FMI fortaleció la capacidad de préstamo y aprobó una reforma. En el caso de los países de bajo ingreso, proporciona respaldo financiero a través de mecanismos concesionarios. Además, duplicó los límites de acceso al crédito y esta ampliando los préstamos a los países más pobres, eximiéndolos del pago de intereses hasta 2011.

El FMI emite un activo de reserva internacional (DEG) conocido como derecho especial de giro que puede complementar las reservas oficiales de los países miembros. Como resultado de dos asignaciones efectuadas en agosto y septiembre de 2009, el volumen de DEG en circulación aumentó diez veces, a alrededor de US$316.000 millones. Los miembros también pueden realizar intercambios voluntarios de DEG por moneda.

Asistencia Técnica: El FMI brinda asistencia técnica y capacitación para ayudar a los países miembros a fortalecer las capacidades de concepción y ejecución de políticas eficaces. La asistencia técnica abarca ámbitos tales como política y administración tributaria, administración del gasto, políticas monetarias y cambiarias, supervisión y regulación de sistemas bancarios y financieros, marcos legislativos y estadísticas.

Recursos: En la cumbre del G-20 celebrada el 2 de abril de 2009, los líderes mundiales se comprometieron a apuntalar el crecimiento de los países de mercados emergentes y en desarrollo incrementando los recursos crediticios del FMI a US$750.000 millones. Los recursos del FMI son suministrados por sus países miembros, principalmente por medio del pago de cuotas, que, en general, guardan relación con el tamaño de la economía del país. Los gastos anuales de administrar la institución se cubren principalmente con la diferencia entre los ingresos derivados de los intereses (sobre los préstamos pendientes de reembolso) y los pagos por concepto de intereses (sobre las cuotas que se usan para financiar el “nivel de las reservas” correspondiente a los préstamos). Sin embargo, los países miembros acordaron recientemente adoptar un nuevo modelo de ingresos, que permite obtener recursos a través de una gama de fuentes más apropiadas para las distintas actividades del FMI.

Gestión de gobierno y organización: El FMI rinde cuentas a los gobiernos de sus países miembros. La instancia máxima de su estructura organizativa es la junta de gobernadores, que está integrada por un gobernador por cada país miembro. Los gobernadores se reúnen una vez al año con ocasión de las Reuniones Anuales del FMI y del Banco Mundial. Los 24 gobernadores que conforman el Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) se reúnen dos veces por año. Las operaciones cotidianas del FMI están a cargo del Directorio Ejecutivo, que tiene 24 miembros; esta labor es orientada por el CMFI y respaldada por el personal profesional del FMI. El Director Gerente es el jefe del personal de l FMI y el Presidente del Directorio Ejecutivo, y cuenta con la asistencia de tres subdirectores gerentes.

Críticas a la acción del FMI

Sin embargo, sus políticas (especialmente, los condicionamientos que impone a los países en vías de desarrollo para el pago de su deuda o en otorgar nuevos préstamos) han sido severamente cuestionadas como causantes de regresiones en la distribución del ingreso y perjuicios a las políticas sociales. Algunas de las críticas más intensas han partido de Joseph Stiglitz, ex-Economista Jefe del Banco Mundial y Premio Nobel de economía.

Algunas de las políticas criticadas son:
Saneamiento del presupuesto público a expensas del gasto social. El FMI apunta que el Estado no debe otorgar subsidios o asumir gastos de grupos que pueden pagar por sus prestaciones, aunque en la práctica esto ha resultado en la disminución de servicios sociales a los sectores que no están en condiciones de pagarlos.

Generación de superávit fiscal primario suficiente para cubrir los compromisos de deuda externa. Eliminación de subsidios, tanto en la actividad productiva como en los servicios sociales, junto con la reducción de los aranceles.

Reestructuración del sistema impositivo. Con el fin de incrementar la recaudación fiscal, ha impulsado generalmente la implantación de impuestos regresivos de fácil percepción (como el Impuesto al Valor Agregado).Eliminación de barreras cambiarias. El FMI en este punto es partidario de la libre flotación de las divisas y de un mercado abierto.

Implementación de una estructura de libre mercado en prácticamente todos los sectores de bienes y servicios, sin intervención del Estado, que sólo debe asumir un rol regulador cuando se requiera.

El concepto de servicios, en la interpretación del FMI, se extiende hasta comprender áreas que tradicionalmente se interpretan como estructuras de aseguramiento de derechos fundamentales, como la educación, la salud o la previsión social. Políticas de flexibilidad laboral, entendida como la desregulación del mercado de trabajo.

Estos puntos fueron centrales en las negociaciones del FMI en Latinoamérica como condicionantes del acceso de los países de la región al crédito, en la década de1980. Sus consecuencias fueron una desaceleración de la industrialización, o desindustrialización en la mayoría de los casos. Con ellos se volvía a economías exportadoras de materias primas. Las medidas aplicadas generaron fuertes diferencias en la distribución del ingreso y un aumento de la desigualdad, junto con la desaparición o restricción de las redes sociales de apoyo otorgadas anteriormente por el Estado. Aunque ya existían desigualdades sociales anteriormente, las medidas las exacerbaron. En muchos países en desarrollo de Latinoamérica y África, la aplicación de esas medidas fue llevada a cabo por gobiernos dictatoriales, y significaron una integración desequilibrada a la economía mundial.

Es de notar, por otra parte, que los modelos de política de industrialización por sustitución de importaciones de algunos países en desarrollo presentaban ya anomalías al subsidiarse costos de manufactura y ventas más caros internamente, por medio de mercados cautivos, en relación a los costes y precios externos.

Las recesiones en varios países latinoamericanos a fines de la década del noventa y crisis financieras como la de Argentina a finales de 2001, son presentadas como pruebas del fracaso de las "recetas" del Fondo Monetario Internacional, por cuanto esos países determinaron su política económica bajo las recomendaciones del organismo.




ANÁLISIS DE LAS CRISIS ECONÓMICAS DEL SISTEMA CAPITALISTA EN EL SIGLO XX. TIPOLOGÍAS.

El autor analiza los cinco episodios de crisis mundiales; la Gran Depresión (1929-1933), el crack bursátil de 1987, el estallido de la burbuja japonesa (1990), la crisis del Long-Term capital Management (1998), y la burbuja tecnológica de la segunda mitad de los años 90, y extrae dos tipologías de crisis, ya que cada episodio tiene unas características especificas y se desarrollan en marcos institucionales concretos y épocas distintas.

Distingue entre:

-Crisis de larga duración: La gran depresión y el estancamiento japonés.

-Crisis parciales de corta duración: El desplome bursátil de 1987, la crisis de 1998, y el estallido de la burbuja tecnológica.

Las crisis de larga duración han sucedido en dos países con dotación de factores, estructuras productivas e instituciones diferenciadas. Estas crisis son extensas, afectan a mercados financieros, e inmobiliarios, y al sistema bancario.
En las dos hay un descenso generalizado de los precios de los bienes y las valoraciones de los activos, mobiliarios como inmobiliario, que arrastran al sistema bancario, que como consecuencia, cae en crisis.

En la Gran Depresión, Keynes, se pronuncio acerca de los efectos que la baja de las valoraciones de los activos sobre el sistema bancario norteamericano, habían producido.
Japón, que tiene un sistema bancario más concentrado que America, no pudo evitar que los bancos se situaran en el centro de la crisis, debido a las participaciones de capital de las empresas, y a sus compromisos asumidos.

En ambas crisis, los bancos fueron victima de las caídas de las valoraciones, pero en Japón, el sistema bancario también fue un agente activo.

De aquí, extraemos una primera consecuencia; cuando bajan las valoraciones, estas afectan al canal de crédito y empeora las expectativas de los agentes económicos, produciendo así una transformación de los mercados.

¿Cómo actuaron las autoridades?

En la gran depresión, la Reserva Federal Norteamericana, provoco la caída de la bolsa, alarmada por los posibles efectos del auge bursátil en la asignación de crédito. Este proceso se agravo con una política monetaria contractiva, que profundizo la crisis.

La experiencia histórica nos muestra que se limitan los daños de la caída de las valoraciones relajando la política monetaria.

En Japón, se trataba de una cuestión más profunda; era necesaria una modificación de la estructura económica; que sufrió una fuerte caída bursátil, pero que sin embargo no produjo una caída intensa y catastrófica en la producción y en el empleo.
Pero era necesaria una revisión del marco institucional; en el mercado laboral, la burocracia, el sistema financiero y de control empresarial, en el sistema de distribución comercial.

Las crisis parciales de corta duración:

Las perturbaciones económicas han tenido incidencia por dos razones; la primera en relación con los poderes públicos que tenían que han actuado con rapidez, reorientando con éxito los valores, corrigiendo los posibles efectos negativos.
La segunda, tiene que ver con que los desequilibrios se han limitado a segmentos del sistema financiera y se han centrado en los mercados, sin alcanzar al sistema bancario, ni al mercado inmobiliario.

En 1987, la respuesta de la Reserva Federal de los Estados Unidos, fue inmediata, evitando que la falta de liquidez o el deterioro de las garantías pudieran conllevar la baja de las valoraciones.

En las crisis, la sobrevalorización de los activos es un proceso masivo, seguido de la toma de conciencia de los excesos que conduce al desplome de los precios. Esto se aviso, pero la especulación, era el mejor reclamo para conseguir cotas más altas de los precios.
En los últimos años, se ha reducido el problema de la inflación; pero la estabilidad de los precios no ha garantizado la estabilidad financiera.



LAS CRISIS CAPITALISTAS DESDE EL PARADIGMA MARXISTA.

En palabras de Marx: “La crisis real puede explicarse solo por el movimiento real de la producción capitalista, de la competencia y el crédito”. Competencia y crédito como estructuras de organización de los mercados y del mecanismo financiero. Aunque Marx, nunca ahondo en las crisis, aunque los marxistas sí que han desarrollado algunas teorías de las crisis.
Con la aparición del dinero, desaparece el truque, y el intercambio ahora es o dinero-mercancía, o mercancía-dinero. Por tanto, el hecho de que la organización de la producción sea por medio del cambio privado lleva consigo la posibilidad de que las crisis sean de otra índole, bien distinta, e inconcebible en una economía más simple en la que el trabajo estuviera organizado y los productos fuesen dirigidos bajo la dirección de una sola autoridad. Aparece la crisis donde la consecuencia es que coincide la existencia de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas, esto es una forma civilizada de crisis, o más bien, una crisis de superproducción, resultado de la propia crisis.
Las causas se podrían explicar mediante un supuesto: que fue lo que motivo al comprador A, dejar de comprar a B, y así interrumpir el proceso de cambio de sus propios productos por los productos de los otros.
Este supuesto podría verse desde la ley de say, que considera que a una vente le sigue invariablemente una compra por igual cantidad, (Mercancía-dinero-mercancía), por lo que no puede haber crisis ni producción. Este enfoque, es duramente criticado por Marx: uno no está obligado a comprar solo porque ha vendido. El proceso de venta y el proceso de comprar están separados por tiempo y espacio, hay una división de posiciones complementarias (venta y compra).
La forma de circulación del proceso mercancía-dinero-mercancía, característica de los procesos de producción siempre de mercancías, bajo el capitalismo se modifica, en lo que podríamos decir dinero-mercancía-dinero.
En los procesos de producción simple, el valor de cambio de las dos mercancías son idénticas, pero la primera mercancía no tiene ningún valor de uso para sus productos, mientras que la segunda mercancía es deseada por que su valor de uso es mayor. Aquí, el propósito de cambio es la adquisición del valor de uso, y no el aumento de valor de cambio.
En el capitalismo, que vamos a expresar con el esquema dinero-mercancía-dinero, el proceso de producción se inicia con una cantidad sufriente de dinero que funcione como capital, que se lanza a la circulación, a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción. Después del proceso de producción, reaparece en el mercado (la mercancía), transformándose de nuevo en dinero (dinero). En el esquema capitalista, ningún tipo de dinero (ni dinero, ni dinero), posee valor de uso, sino que representan el valor de cambio. Además, para que el proceso tenga sentido ha de haber una diferencia cuantitativa entre dinero y dinero, es decir que el incremento de dinero, sea positivo.
La expansión del valor, que es el resorte del modelo de circulación capitalista, se convierte en su propósito subjetivo, y el capitalista actúa como tal cuando el único móvil de sus operaciones es la apropiación de más y más riqueza en abstracto. Aparece aquí un nuevo elemento; el capitalista devuelve constantemente el dinero a la circulación, cambiando así el carácter del proceso mismo de circulación, produce para obtener ganancia.
Sin embargo, los obreros, que solamente tienen interés por el valor de uso, trabajan mediante el modelo de producción simple (mercancía-dinero-mercancía), y su ahorro nunca puede verse como una acumulación similar a la capitalista.
Veamos ahora la relación entre el esquema capitalista (dinero-mercancía-dinero), y el problema de la crisis.
La atención del capitalista se centra en el incremente del dinero, y esto se juzga en relación al incremento de su capital original, esto es, la tasa de ganancia (el objetivo inmediato que pretende cuando aventura su capital de producción).
Por tanto, cualquier interrupción del poder de compra, supone una contracción del proceso de producción. Entonces hay superproducción, y como consecuencia descenso en la producción. Y es aquí donde si algo le ocurre al incremento del dinero, el capitalista reconsiderara si lanza su dinero a circulación: si el incremento del dinero desaparece o se vuelve negativo, el incentivo de la producción capitalista dejara de existir. Al ni poner dinero, se reducirá la circulación, que provocara de nuevo una crisis de sobreproducción, y por tanto un fenómeno de depresión.
Si el incremento del dinero desciende, es decir, si desciende la tasa de ganancia, tan pronto como esta descienda por debajo del nivel ordinario, se reducirán las operaciones de los capitalistas, retiraran el dinero para colocarlo en otro lugar, y el aplazamiento de la reinversión ha parado el proceso de circulación.



APROXIMACIONES A LO QUE PODRÍA SUCEDER.

El autor Santiago Niño Becerra, cree que estamos abocados a una crisis sistema en 2010, pero ¿por qué se produce? Intentaremos explicarlo a continuación.

Los sistemas, tanto económicos, como políticos o sociales, son consecuencia de la realidad, constituyen todos los modos de hacer, cada uno con sus características.

El elemento que cambia al cambiar el sistema, es el modo de producción, que es lo que constituye al sistema. En el modelo capitalista, sus bases, características, y fundamentos filosóficos, han formado el modo de producción en tres fases: el ámbito cultural, construido por el calvinismo, que condujo al individualismo, (donde el calvinismo se instaló, se produjeron importantes avances en la economía); la filosofía, derivada de la Ilustración, del siglo XVII, en Inglaterra, que evoluciono el concepto de propiedad privada, a través del liberalismo, y el ámbito económico definido por la forma buscar la maximización del beneficio individual.
A partir de estas bases, que constituyen las características del capitalismo, los bienes de producción han de ser propiedad privada, y es el propietario de estos, quien decide como usarlos, sin fuerzas que limiten el poder de la persona, el papel de Estado y del Gobierno, es mínimo.
El trabajo, que genera valor, queda supeditado a la obtención del máximo beneficio. Los factores productivos se mercantilizan, supeditados a la oferta y la demanda, libres, pero dependiendo del capital, que se convierte en el factor esencial.
Aquí lo importante es ver que el ciudadano es quien genera valor, ya que consume, paga impuestos, etc., y el Estado ha de limitarse a garantizar el orden necesario para posibilitar la búsqueda de la obtención del máximo beneficio.
Las crisis aparecen cuando se dan las circunstancias necesarias para que puedan llevarse a cabo, agotamiento de los sistemas, sobrecalentamiento, etc.
El sistema capitalista ya ha cumplido su función, y se halla agotado. La crisis de las hipotecas basura, que produjeron niveles descontrolados de la economía financiera, a consecuencia de los montones de deuda privada ya inasumibles, y la creciente productividad que ya está formando en excedentarios a amplios colectivos humanos, y los avances de una tecnología crecientemente eficiente, son manifestación del agotamiento del sistema.
El sistema alcanzo el punto de no retorno en 1973, y su máximo nivel de evolución en 2003, y a partir de aquí se gesta el “crac del 2010”, (que no será coyuntural como en 1962, 1987, 1991 y 2000, sino sistémica), cuya pre-crisis se inicio en 2007, y que supondrá cambios en el modelo de producción, a semejanza de los que sucedió en 1929, con la Depresión de los años 30.



CONCLUSIONES

No se puede prever cuándo, ni dónde, ni sobre qué se cebará la próxima burbuja. Pero este trabajo sí nos permite augurar cómo se producirá. Si se analizan las distintas crisis producidas por burbujas especulativas (casi todas lo son), se puede observar que son verdaderos calcos unas de otras. Cambian las formas, pero no los fondos. Se pude aventurar cómo será la próxima burbuja sin riesgo a equivocarse demasiado.

Ocurrirá en un lugar próspero, tras una época de crecimiento, en una región donde el ahorro será abundante y estará bien diseminado. Los medios de comunicación hablarán de una nueva era, de un nuevo paradigma de prosperidad cuasi infinita y asegurada. Entonces, de repente, algún activo aumentará de precio. Puede ser el oro, el petróleo, el coltán, los pisos, las tecnologías…

Entonces, algún agente económico empezará a prestar dinero abundante a un tipo de interés bajo. La gente tomará dinero prestado y comprará esos activos, cuyo precio subirá como la espuma. Los sistemas financieros inventarán algún mecanismo para no tener que desembolsar el 100% de la compra. Con sólo una parte será suficiente, y la garantía de que el pago va a realizarse íntegramente será el propio activo. Habrá complejidad, algo difícil de desentrañar. Muchos no entenderán nada pero no les importará en absoluto. El precio subirá a niveles estratosféricos. Los ciudadanos se endeudarán más allá de lo razonable, la locura se desatará. Unos pocos advertirán la irracionalidad imperante, pero los harán callar y los tacharán de necios. El precio del bien se divorciará de su rendimiento. Ninguna lógica inversora justificará la compra más que la posterior reventa. La sensación de enriquecimiento fácil y rápido contagiará a unos y a otros. Muchos dejarán sus trabajos y empleos y se entregarán exclusivamente a la compraventa de ese activo. Sus beneficios iniciales les llevarán a endeudarse aún más, pero su percepción del riesgo será nula. Se pensará que el activo no puede bajar y que eso les cubre.

Luego ocurrirá algún imprevisto. Algo inesperado de mayor o menor importancia. Entonces los vendedores superarán a los compradores. El pánico progresa, las órdenes de venta se disparan. Los precios del activo en cuestión se derrumban. Muchos se arruinarán. Quienes prestaron dinero, no lo recuperarán. Se pedirá más regulación, más control y se gritará que hubo engaño. Pero todo pasará, todo se olvidará y generaciones futuras o incluso la misma generación volverá a sucumbir en el mismo error.



BIBLIOGRAFÍA


- Abadía, Leopoldo. La crisis Ninja y otros misterios de la economía actual. Madrid. Espasa. 2009.
- Soros, George. El nuevo paradigma de los mercados financieros: para entender la crisis económica actual. Madrid. Taurus. 2009.
- Krugman, Paul. El retorno de la economía de la depresión y crisis económica actual. Barcelona. Crítica. 2009.
- Trías de Bes, Fernando. El hombre que cambió su casa por un tulipán: qué podemos aprender de la crisis y cómo evitar que vuelva a suceder. Madrid. Temas de hoy. 2009.
- Torrero Mañas, Antonio. Crisis financieras: enseñanzas de cinco episodios. Madrid. Marcial Pons. 2006.
- Niño Becerra, Santiago. El crash del 2009: toda la verdad sobre la crisis. Barcelona. Los libros del Lince. 2009.
- Sweezy, Paul. M. Teoría del desarrollo capitalista. Madrid. Fondo de Cultura Económica. 1979.

TEORIA DEL DESAROLLO CAPITALISTA. AUTOR: SWEEZY

CAPITULO Nº1. EL MÉTODO DE MARX
Para la mayoría de los economistas la economía política es generalmente aceptada como una ciencia social.
En esta obra, Sweezy intenta exponer los principales elementos de la actitud de Marx ante la economía política, que tiene varios puntos de vista o elementos a analizar con respecto a su actitud ante la economía política:
1.- El uso de la abstracción, es decir, elegir el elemento del que hacer abstracción e ir de lo más abstracto a lo más concreto, de manera que surgen preguntas como ¿qué problema se examina? y ¿cuáles son sus elementos esenciales? Siendo lo complicado poner en relieve lo esencial y hacer posible su análisis. Si se logra responder a estas dos cuestiones se podrá enmarcar los criterios de uno mismo en un marco de sencillez y conformidad.
Marx fue otro de los autores que basó parte de su ideología en pensamientos de Hegel, sobretodo en lo referido al enfrentamiento entre fuerzas opuestas o contradictorias, pero consiguió llegas hasta las raíces históricas de manera que, a diferencia de ese ultimo autor, descubrió lo que denomino como “conflicto de clase”, de donde seguiría las relaciones económicas. “El capital es la fuerza que todo lo domina en la sociedad burguesa” significaba para Marx que la relación económica principal es la que existe entre capitalistas y obreros.
El enfrentamiento entre burguesía y proletariado debe ser el centro de la investigación y el poder de abstracción debe ser utilizado para aislarlo.
Respecto a la relación capital- trabajo, la forma es una relación de cambio que debe comenzar por un análisis de fenómenos general del cambio.
2.- El carácter histórico del pensamiento de Marx: Para Marx la realidad social es el proceso de cambio (producto de la acción humana) inherente a un juego de relaciones determinado. Esto conduce a una actitud histórica ante la ciencia social.
Desde este punto de vista se puede entender que pasa entro del sistema pero no lo que le pasa al mismo.
CAPITULO Nº2. EL PROBLEMA DEL VALOR CUALITATIVO
Las mercancías son producidas con el fin de cambiarlas, este hecho es incluso anterior a la conocida división del trabajo, a la que Adam Smith trato como base de la economía humana, y que por tanto nos diferencia de las bestias. Podemos entonces asegurar que la producción de mercancías es un acto que proviene de la naturaleza humana, queda evidenciado como esta visión de la economía política es meramente cuantitativa, ya que únicamente tiene en cuenta el valor de las mercancías.
Para Marx la producción de mercancías con el fin de intercambiarlas, al igual que la división del trabajo, no son características propias de la naturaleza humana, sino que es una de las posibles formas de la vida económica; en el caso de los obreros que trabajan en las fábricas, no paran de producir mercancías, dividiendo su trabajo, éstas no se intercambian entre ellos, por lo que queda claro la existencia de las relaciones sociales subyacentes entorno a la mercancía.
Toda mercancía tiene dos aspectos, el de uso y el de cambio, el primero es la relación entre el consumidor y el objeto consumido, Marx lo excluye de la economía política, ya que no es una relación meramente social, sin embargo en la economía moderna el sistema económico consiste en relaciones discretas e interdependientes entre hombres y bienes económicos. En cuanto al valor de cambio se trata de una relación de cambio entre mercancías cuantificables, sin embargo es claramente una relación social entre los propietarios de las mercancías, a parte de que éstas son producto del trabajo humano en una sociedad basada en la división del trabajo, por ello Marx identifica el trabajo como la sustancia del valor.
El trabajo al ser un esfuerzo humano en crear un producto este tendrá su propio valor, por tanto se puede reducir el trabajo a un común denominador, de modo que las unidades de trabajo pueden ser comparadas entre sí, y sustituidas una por otra, sumadas y restadas, y finalmente agrupadas para formar el conjunto social, esta abstracción es la esencia del capitalismo, como dijo Lukacs, por todo ello la fuerza de trabajo social puede transferirse de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y cuya magnitud y desarrollo, depende de la capacidad productora de la riqueza de la sociedad.
El trabajo abstracto, es por tanto la sustancia del valor, es decir, las mercancías son trabajo abstracto materializado.
El carácter fetichista de las mercancías es una doctrina marxista que se basa en la materialización de las relaciones sociales, donde el fetichismo tiene origen en el carácter peculiar del trabajo que produce mercancías, esto se puede entender como un fenómeno que materializa las relaciones sociales, cuyo hábitat es el capitalismo relativamente avanzado, y es en este momento cuando el proceso de producción tiene dominio sobre el hombre, en vez de ser a la inversa, el inicio de todo ello fue la aplicación de la ciencia natural a la sociedad, clara causa del sistema capitalista, y florecimiento de la superproducción de mercancías.
CAPITULO Nº3. EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO
En este capítulo Sweezy propone un primer paso en el terreno de la teoría del valor cuantitativo de Marx y luego una explicación de las ideas básicas sobre el tema del valor.
La tarea de la teoría del valor cuantitativo es descubrir la naturaleza de las leyes que gobiernan la asignación de la actividad productiva, en una sociedad productora de mercancías.
Las mercancías podemos decir que impregnan cantidad precisa, calculada en unidades de tiempo, de la fuerza de trabajo total disponible en la sociedad y además sus valores son determinados por cantidad de trabajo. Existe una correspondencia exacta entre las proporciones del cambio y las proporciones del tiempo del trabajo.
De hecho por “cantidad de trabajo” entendimos el “trabajo socialmente necesario” que es el que se requiere para producir un artículo en las condiciones normales de la producción y con el grado medio de habilidad e intensidad comunes en un momento dado.
El trabajo más calificado debe tener una mayor capacidad de producir valor. Además la acción cuantitativa entre una hora de un trabajo simple y de un otro calificado es visible en los valores de las mercancías que producen en una hora.
Los críticos de la teoría del valor de Marx han sostenido siempre que la reducción del trabajo calificado a trabajo simple implica el razonar en un círculo vicioso. El argumento parece ser que la mayor capacidad de obrero más calificado para crear valor se deduce del mayor valor de su producto.
Podemos ver que esa teoría basada en el trabajo forma parte integrante de aquella de la determinación de los precios por la oferta y la demanda concurrentes. Precisamente en una sociedad de producción simple de mercancías, dada una clase de competencia sólo en un momento la oferta y la demanda estarán equilibradas, o sea cuando el precio de cada mercancías sea proporcional al tiempo de trabajo requerido para producirla. De esta manera, en el momento que oferta y demanda se equilibran, el precio mercado de una mercancía coincide con su valor real.
Un acusa que hacen a Marx es de haber ignorado el papel de la demanda en la medida en que no analiza las necesidades y los deseos de los consumidores. Esa imputación llega a caer pensando que la discusión se limita a las proporciones del cambio en una sociedad de producción simple de mercancías. Una razón que nos explica la indiferencia de Marx por este problema es que en el capitalismo la demanda efectiva es sólo parcialmente una cuestión relativa a las necesidades de los consumidores.
En una sociedad capitalista puede valer lo que Marx llamaba “la ley del valor”. Esencialmente es una teoría de equilibrio general desarrollada con referencia, en primer lugar, a la producción simple de mercancías y adaptada después al capitalismo. Esta ley resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías.
En presencia de esa ley se toman decisiones en modo centralizado y coordinado, mientras se hacen planes en una sociedad socialista en que la ley del valor será substituida de la teoría de la planeación.
El precio, en vez es una expresión monetaria y su análisis pertenece a la teoría del dinero. Los precios de producción se derivan de los valores de acuerdo. De hecho podemos ver como la teoría del precio se basa sobre aquella del valor.
En fin el precio de monopolio es un precio determinado sólo por el anhelo de adquirir de los compradores y es determinado por el precio de producción general y por el valor del producto. La existencia del monopolio no altera las relaciones sociales que componen la producción de mercancías.
CAPITULO Nº4: PLUSVALÍA Y CAPITALISMO
La producción de mercancías no implica necesariamente al capitalismo.
La compra y venta de la fuerza de trabajo es la diferencia específica del capitalismo.
El fin de la compra y venta son los beneficios, y para obtenerlos es necesario convertir las mercancías en dinero y otra vez en mercancías durante varias ocasiones (M-D-M). O por otro lado, ir con dinero a un mercado, adquiera mercancías, y vuelva más adelante para convertirlas en un dinero superior (D-M-D).
Aparece entonces lo que Marx llama plusvalía (el incremento del dinero)
Es decir, el capitalista llega al mercado con dinero y compra maquinaria, materiales y fuerza de trabajo. Los combina después en un proceso de producción que no va a hacer más que darle más dinero.
Con su trabajo de un día el trabajador produce más que los medios de subsistencia de un día.
Por tanto, el capitalismo no significa que una parte de la población explote a otra, sino lo que asume la “explotación”, la producción de plusvalía.
En la condición de Capitalismo, valor de cualquier mercancía producida se divide en tres partes:
a) Valor de los materiales y maquinaria usados.
b) Valor de la fuerza del trabajo
c) Plusvalía
Es decir: c+v+p= valor total de una mercancía
Y a partir de dicha fórmula se tasa de la plusvalía como la proporción de trabajo excedente (6 segundas horas de una jornada laboral) con respecto al trabajo necesario (6 primeras horas de una jornada laboral).
P
¾— = p¢ = tasa de la plusvalía.
V
Dicha tasa, que si se calcula numéricamente nos da un resultado similar al de la tasa de explotación pero con la pequeña diferencia de que ésta tasa se determina por tres factores:
1.- El que establece el tiempo total que debe dividirse entre el trabajo necesario el trabajo excedente
2.- y 3.- Determinan el tiempo del factor 1.-.
La composición orgánica del capital: Proporción del capital constate con respecto al capital total.
c—— = o = composición orgánica del material (medida de la amplitud en que el
c+v trabajo es provisto de materiales, instrumentos y maquinaria)
La tasa de la ganancia, o también llamada la proporción de la plusvalía con respecto al desembolso total del capital (un año):
p—— = g = tasa de ganancia (que depende como se puede comprobar, de las dos c+v anteriores).
CAPÍTULO Nº5: LA ACUMULACIÓN Y EL EJÉRCITO DE RESERVA
Este capítulo del libro de Sweezy es donde trata el autor el tema de los parados o individuos activos que no encuentran trabajo, pero lo desean, desde un punto de vista basado en la teoría económica de Marx. Por lo tanto este capítulo es una ampliación del autor, sobre el tema tratado de Marx en su obra el Capital. Marx influenciado por Quesnay consideraba un plan para el análisis de la estructura del capitalismo en su forma más elemental a lo que llama Reproducción Simple, con este término se refiere a un sistema capitalista que conserva indefinidamente las mismas dimensiones y las mismas proporciones entre sus diversas partes. Para que se cumplan estas condiciones es necesario que los capitalistas repongan cada año el capital gastado o usado y empleen toda su plusvalía en el consumo; y que los obreros gasten todo su salario en el consumo. Si no se llenaran estos requisitos tendría lugar una acumulación o bien un agotamiento de la existencia de medios de producción, sigue explicando este término con un ejemplo bastante simple y fácil de comprender.
Seguidamente hace uso de una ecuación, que quiere decir que el valor del capital constante usado en la rama de artículos de consumo debe ser igual al valor de las mercancías consumidas por los obreros y capitalistas dedicados a producir medios de producción. Hace un pequeño paréntesis donde explica la demanda total de las mercancías donde la producción se divide en dos ( PT de artículos de consumo y PT de medios de producción) y los ingresos en tres ( el ingreso del capitalista que éste debe gastar en medios de producción, plusvalía y salario).
En el apartado dos explica que el capitalista tiene interés en ampliar su capital, esto lo realiza convirtiendo su plusvalía en capital adicional. Su capital acrecentado le permite entonces apropiarse aún más plusvalía, que a su vez convierte en capital adicional y así sucesivamente “ acumulación del capital “. Como dice el autor, el éxito en la sociedad capitalista, por lo tanto, consiste en aumentar el capital propio ( acumular ). El autor deduce que Marx es de la opinión de que acumular capital es un fin positivo y lleva consigo en sus propias palabras el consumo como ciertos “placeres”. A cuento de lo anterior cita una frase de Ricardo a Malthus que dice: El consumo aumenta nuestros goces, la acumulación nuestro poder, y ambos promueven igualmente la demanda. Todos queremos aumentar nuestros goces o nuestro poder. El consumo aumenta nuestros goces, la acumulación nuestro poder, y ambos promueven igualmente la demanda. Por lo tanto la acumulación implica un aumento en la demanda de fuerza de trabajo, pero cuando aumenta la demanda de una mercancía cualquiera, su precio sube asimismo; y esto lleva consigo una desviación del precio respecto de su valor. Esto sería lo que en economía se llama el precio ideal que sería donde se cruzan las curvas de la oferta y la demanda. En realidad el precio siempre está por encima o por debajo de ese punto debido al mercado. En el tema sigue diciendo que una vez que nos centramos en la acumulación, esta eleva la demanda de fuerza de trabajo y no es ya lícito suponer la igualdad entre los salarios y el valor de la fuerza de trabajo. Define seguidamente la plusvalía como la diferencia existente entre le valor de la fuerza de trabajo y el valor de la mercancía que el trabajador produce. Es para Ricardo según el autor una teoría de la población la que hace que los salarios permanezcan más o menos al nivel convencional de subsistencia. Marx, continua el autor estaba bien enterado de la tendencia de los salarios a subir bajo el impacto de la acumulación de capital, estaba completamente seguro de que tal elevación de salarios “ no puede nunca alcanzar el punto en que amenazase al sistema mismo”. Aquí es cuando entramos en el titulo de este tema, el ejército de reserva o la población excedente relativa, que consiste de obreros desocupados que mediante su competencia activa en el mercado de trabajo, ejercen una presión constante, hacia abajo, en el nivel del salario. El ejército de reserva se recluta principalmente entre aquellos que han sido desplazados por la maquinaria. Mientras más fuerte sea la tendencia de los salarios a subir, más fuerte será también la presión del ejército de reserva para contrarrestarla y viceversa.
Para hablar de la maquinaria sería erróneo suponer que la tasa de acumulación o bien la introducción de maquinaria para ahorrar trabajo tenga un equilibrio de los salarios con la plusvalía. Junto a la eliminación del trabajo por la maquinaria, las crisis y las depresiones toman su lugar como mecanismo capitalista específico para reconstruir el ejército de reserva cada vez que éste se ha reducido a proporciones peligrosamente pequeñas. Para explicar este mecanismo del mercado laboral el autor lo explica con una figura que retrata lo que Marx quería decir. En la fase de prosperidad del ciclo económico el empleo industrial gana a expensas del ejército de reserva, mientras que a la crisis y la depresión corresponde una contracción de empleo industrial mientras que el ejército de reserva crece. En la teoría, el sistema de producción incluye el empleo industrial y el ejército de reserva.
En el último apartado del tema dice que el progreso económico debe ser detenido por dos leyes naturales inmutables y preponderantes como son la ley de la población y la ley de los rendimientos decrecientes.
CAPITULO Nº6: LA TENDENCIA DESCENDENTE DE LA TASA DE GANANCIA
La formulación de la ley por Marx
La acumulación de capital va acompañada por una mecanización progresiva del proceso de producción, es decir, que la productividad del trabajo crece de continuo, lo que desde otro punto de vista significa que la composición orgánica del capital exhibe también un curso ascendente sostenido.
Si la tasa de plusvalía es constante, la tasa de ganancia varía en sentido inverso a la composición orgánica del capitalista. Esto demostraba para Marx la existencia de ciertos obstáculos internos que se oponían al desarrollo indefinido de la producción capitalista. Por una parte, una composición orgánica ascendente del capital es la expresión de la creciente productividad del trabajo; por otra parte, la tasa descendente de la ganancia que la acompaña tiene que cerrar al fin los cauces de la iniciativa capitalista.
Las causas contrarrestantes
Marx señala una serie de causas contrarrestantes de esta tendencia:
- El abaratamiento de los elementos del capital constante.
- El aumento de la intensidad de la explotación.
- La depresión de los salarios más abajo de su valor.
- La sobrepoblación relativa.
- El Comercio exterior.
Una crítica de la ley
¿Se justifica suponer una tasa constante de la plusvalía? Si la tasa de la plusvalía permanece invariable, esto significa que tiene lugar una elevación de los salarios reales, exactamente proporcional al aumento en la productividad del trabajo. Esta suposición parece pasar por alto que una de las concomitantes normales de la productividad del trabajo acrecentada, en las condiciones del capitalismo, es la creación de un ejército industrial de reserva. Se reconoce como contrarrestante pero es un procedimiento mejor el de reconocer que la productividad ascendente tiende a llevar consigo una tasa más alta de plusvalía.
Si se supone que tanto la composición orgánica del capital como la tasa de la plusvalía son variables, como debiera hacerse, entonces la dirección en que la tasa de la ganancia cambiará se hace indeterminada. Todo lo que podemos decir es que la tasa de ganancia bajará si el porcentaje de aumento en la tasa de la plusvalía es menor que el porcentaje de disminución en la proporción del capital variable con respecto al capital total.
Marx y muchos marxistas pensaron que podemos considerar que esta condición se cumple en general. Para Sweezy esta opinión es insostenible. Parece ser considerablemente exagerada.
Parece que es mejor usar la expresión cambio en la composición orgánica del capital sólo en el sentido neto que toma en cuenta el abaratamiento de los elementos del capital constante (sin tomarlo a posteriori como causa constrarrestante). Entonces, parecería que debemos considerar las dos variables como de importancia aproximadamente coordinada. Esto no significa que no haya ninguna tendencia de la tasa de la ganancia a descender. Tras de la composición orgánica ascendente del capital está el proceso de la acumulación de capital, y es aquí donde debemos buscar las fuerzas que tienden a deprimir la tasa de la ganancia.
La acumulación de capital, tomada en sí misma, actúa para aumentar la demanda de salarios. Si los demás factores no cambian, tal elevación de los salarios conduce a una reducción en la tasa de la plusvalía, y esto, a su vez, se expresa en un descenso en la tasa de ganancia. Puesto que, como Marx recalca una y otra vez, “el proceso capitalista de producción es esencialmente un proceso de acumulación”, se sigue que de este solo hecho surge una tendencia persistente de la tasa de ganancia a caer. Pero los capitalistas no se someten dócilmente a la merma en la tasa de la ganancia. Mediante la introducción de maquinaria y otros recursos para economizar el trabajo, procuran mantener la tasa de la ganancia en su nivel anterior y aun elevarla. Es aquí donde la composición orgánica del capital entra en juego.
Si los actos de los capitalistas tendrán éxito en la restauración de la tasa de la ganancia o si actuarán solamente para apresurar su descenso, es una conclusión que no se puede apoyar en razones teóricas generales.
Una cosa parece segura y es que el aumento en la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de la plusvalía, y en esa forma, a acrecentar el volumen de la plusvalía más allá de lo que éste hubiera sido en ausencia del aumento de la composición orgánica del capital. Por lo tanto, inclusive si el efecto es el de deprimir más aún la tasa de la ganancia, los actos de los capitalistas no carecen de cierta justificación objetiva desde el punto de vista de la clase capitalista en su conjunto.
Existen, de todas formas, otras fuerzas que afectan a los movimientos de la tasa de ganancia:
- Aquellas que tienden a deprimir la tasa de ganancia: los sindicatos, la acción del estado en beneficio de los trabajadores
- Aquellas que tienden a elevar la tasa de ganancia: las organizaciones patronales, la exportación de capital, la formación de monopolios y la acción del Estado en beneficio del capital.
CAPITULO Nº8: LA NATURALEZA DE LAS CRISIS CAPITALISTAS
La producción simple de mercancías y las crisis
La organización de la producción por medio del cambio privado lleva consigo la posibilidad de una crisis de índole tal que sería inconcebible en una economía más simple, porque si el productor A vende y después, por una razón cualquiera, deja de comparar a B, éste, no habiendo logrado vender a A, no puede comprar a C y etc. En esta forma una interrupción en el proceso de circulación, que está condicionado por la separación de la compra y la venta, puede extenderse desde su punto de origen y afectar a toda la economía.
Mientras que en formas anteriores de la sociedad el desastre económico era sinónimo de escasez insólita, encontramos aquí por primera vez esa forma peculiarmente civilizada de la crisis económica, la crisis de sobreproducción.
Si logramos averiguar por qué A vendió y no compró, habremos descubierto la causas de la crisis.
La ley de Say
Los economistas clásicos mostraron su falta de perspectiva histórica en su constante incapacidad para distinguir entre producción simple de mercancías y producción capitalista.
La ley de Say sostiene que a una venta sigue invariablemente una compra por igual cantidad: en otras palabras, que no puede interrumpirse la circulación MDM y, por lo tanto, no puede haber crisis. La tesis correcta de que las crisis y la sobreproducción son improbables bajo la producción simple de mercancías, se convierte en la tesis falsa de que las crisis son imposibles en cualquier circunstancia.
Marx ridiculizó este razonamiento: en realidad no está uno obligado a comprar sólo porque ha vendido. La venta y la compra están separadas en el tiempo y en el espacio. El dinero es algo más que el medio por el cual se efectúa el cambio; es el medio por el cual el cambio se divide en dos transacciones separadas y distintas. Si uno vende y deja de comprar el resultado es la crisis y la sobreproducción.
El capitalismo y las crisis
La forma de circulación MDM, que es característica de la producción simple de mercancías, se convierte bajo el capitalismo en DMD´.
El capitalista inicia su carrera con dinero D en cantidad suficiente para funcionar efectivamente como capital; lanza éste a la circulación, a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción C; finalmente, después de cumplido un proceso de producción, reaparece en el mercado con mercancías que transforma de nuevo en dinero D´. Tanto la D al principio como la D´ representan valor de cambio; ninguna de ellas posee valor de uso. Todo el proceso carecerá de sentido a menos de que haya una diferencia cuantitativa entre D y D´.
El capitalista está interesado por la fracción D´/ D, es decir, está interesado en elevar al máximo su tasa de ganancia. Éste es el objetivo inmediato que tiene delante cuando aventura su capital en la producción. Si algo le ocurre al aumento de D, el capitalista reconsiderará la conveniencia de lanzar D a la circulación.
Esto puede darse de dos maneras diversas. Primero, el aumento de D desaparece o se vuelve negativo, entonces el incentivo de la producción deja de existir. Se trata de un caso extremo, y difícilmente puede utilizarse para explicar el comienzo de una crisis.
Segundo, un descenso en el aumento de D, en la tasa de ganancia. Entonces, tan pronto descienda la tasa de ganancia por debajo del nivel ordinario, comenzará una reducción de las operaciones de los capitalistas.
El capitalista puede no reinvertir inmediatamente, o no seguir invirtiendo en la misma línea de producción. Si todas las líneas están igual, pueden posponer la reinversión hasta que las condiciones sean favorables otra vez. Entretanto, el aplazamiento de la reinversión habría interrumpido el proceso de la circulación y provocado la crisis.
La crisis forma parte, por tanto, del mecanismo por el cual la tasa de la ganancia es restituida completa o parcialmente a su nivel previo.
No es verdad que la tasa de la ganancia deba desaparecer o volverse negativa para producir una crisis. Lo único que se requiere es un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario, suficiente para inducir a los capitalistas a retener su capital en forma de dinero, esperando la vuelta de condiciones más favorables.
La moderna teoría del ciclo económico ha llegado a la conclusión muy similar a la marxista: tan pronto la tasa de la ganancia cae por debajo del tipo de interés el empresario no tiene ya motivo para invertir, la circulación se interrumpe y sobreviene la crisis. Parece aquí que el tipo de interés es demasiado alto. Es verdad, pero lo que significa es que los capitalistas antes de prestar su capital a los empresarios a tipos inferiores, prefieren conservarlo en forma de dinero, pensando que los tipos inferiores serían desusados y anormales.
La posición marxista tiene la ventaja de hacer ver que aun faltando las disposiciones institucionales que den origen a un mercado de dinero y a un tipo de interés, la producción capitalista seguirá sujeta a las crisis provocadas por las fluctuaciones en la tasa de ganancia.
Los dos tipos de crisis
El proceso de la acumulación de capital lleva consigo una tendencia de la tasa de la ganancia a descender. Si esta tendencia no se elimina constante y gradualmente, parece claro que el resultado pueden ser las crisis. Pero si abandonamos la suposición de que todas las mercancías se venden en sus valores de equilibrio, aparece otra posible causa de descenso en la lucratividad. Los capitalistas pueden hallarse entonces incapacitados para vender las mercancías en sus valores.